Vocero del episcopado dice que la mayoría de pederastas son casados y aún así abusan de niños.
El Secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Tarcisio Bartone, dijo recientemente que la pederastia en los sacerdotes no es consecuencia del celibato, pero tal vez sí de la homosexualidad, al afirmar que conocía argumentos científicos que respaldaban esa apreciación.

Las declaraciones del número dos del Vaticano, generaron reacciones de rechazo en diferentes grupos de homosexuales de diferentes países.

Al respecto, EL TIEMPO consultó a monseñor Juan Vicente Córdoba, secretario general de la Conferencia Episcopal de Colombia, quien opinó que el celibato no tiene relación directa con la pederastia entre algunos miembros de la Iglesia.

"El celibato no tiene nada que ver con la pederastia. La mayoría de pederastas son casados. La pederastia sucede con los mismos papás de las víctimas. Y la mayoría de sacerdotes son célibes y no tienen tacha", dijo el también vocero del Episcopado, al
afirmar que se trata de un problema de salud pública -psicológica o psiquiátrica- que afecta a toda la sociedad y no sólo al clero.

Cuando se le preguntó si la homosexualidad está ligada con los casos de abuso por parte de sacerdotes, el prelado respondió que la pederastia puede ser heterosexual, homosexual y bisexual.

"Un sacerdote pederasta no es necesariamente homosexual. Hay sacerdotes acusados con niñas, otros con niños; otros con niñas y con niños. Eso depende de la fijación y del problema psicológico que tenga la persona", dijo el obispo, quien tiene una maestría en psicología clínica.

"Otra cosa es que haya sacerdotes pederastas que además de pederastas son homosexuales", agregó.

Sin embargo, Córdoba aseguró que la Iglesia practica un riguroso filtro para evitar que seminaristas homosexuales lleguen a ser ordenados y también con aquellos sacerdotes en ejercicio que, tarde que temprano, dejan ver su orientación sexual.

"Unos pocos pueden buscar, inconscientemente, refugiarse en un seminario para no afrontar sus situaciones afectivas homosexuales y/o pederastas, lo cual es otro problema diferente que nos hace seleccionar muy bien las vocaciones".

Filtrar las vocaciones, una orden vaticana

En caso de duda, añade, la Iglesia no se puede arriesgar a ordenar a un homosexual, a un pederasta o a un "heterosexual desordenado que no controla su sexualidad".

"El Papa nos ha dicho: muchacho con una marcada tendencia homosexualidad, que sea evidente, hay que ayudarlo a salir antes de que se ordene", apuntó Córdoba.

"Ellos mismos (los seminaristas) no sabían qué les pasaba, pero llegan allá (al seminario) y viviendo entre hombres, se dan cuenta y deciden salir", añadió al argumentar que a los seminarios "no llegan marcianos, sino terrícolas, con los problemas del
mundo que afectan a toda la sociedad". Eso, según él, se debe enfrentar con madurez psicológica y espiritual.

El secretario del Episcopado afirmó que, en el caso de detectar a un sacerdote homosexual que "no se controla y hace daños", se habla con él y se pone en marcha un proceso de acompañamiento para que deje el sacerdocio.

"Algunos sacerdotes dicen: yo me voy, no puedo seguir en una vida doble. Otros se van por su cuenta y años después le dicen a uno: monseñor, yo tenía tal problema y preferí retirarme", explica Córdoba y añade que cuando se sepa de algún sacerdote que
"esté haciendo sus fechorías", la persona debe ir a denunciarlo a sus superiores porque en muchos casos la Iglesia no está enterada.

Sin embargo, la Iglesia colombiana no cuenta con el dato exacto de cuántos seminaristas y sacerdotes homosexuales ha retirado de sus funciones.