Manual para no ser un guache digital
03/16/2010

Cuando Carreño escribió su conocida guía de etiqueta Internet era ciencia ficción. Por fortuna, nosotros te guiamos para que guardes las buenas costumbres en la red
Cuando salimos a la calle, estamos como invitados en una cena o en una fiesta, todos sabemos -o por lo menos intuimos- qué cosas están bien y qué cosas están mal. A nadie se le ocurriría, por ejemplo, no darle la silla a una mujer embarazada en un bus, o armar una batería con la vajilla después de comer. Hay ciertas cosas que simplemente no se hacen, que están mal y que harían a Miley Cyrus verse como la palurda más ordinaria del planeta.

El problema aparece cuando estamos en Internet, un campo que es casi como un mundo paralelo. A veces, las identidades reales se ocultan detrás de un avatar y otras simplemente estamos tan novatos con la ciberética que nos perdemos en la frescura de hacer lo primero que se nos venga a la cabeza. Es ahí donde está precisamente el dilema y donde empiezan los problemas de urbanidad. No porque haya embarazadas sin puesto o porque no creemos suficientes grupos con tutoriales sobre cómo ayudar a los ancianos a aprender a usar el mouse, sino porque muchas veces caemos en el abuso.

Te mostramos una serie de acciones que estas en libertad de hacer, pero que tomadas a la ligera causarían que Carreño se retorciera en su tumba. Si no eres ordinario en la vida real, tampoco quieres serlo en la ficticia de la red ¿o sí? Veamos esta serie de “malos hábitos” cibernautas:

Etiquetar a los amigos en fotos vergonzosas
No hace mucho tiempo tener una foto en la que alguien aparecía al fondo sacándose un moco o en una pose poco decorosa no era un gran problema. Las risas se limitaban a quienes tenían acceso al álbum físico, que por fortuna caía en pocas manos. Hoy no es así. Gracias a la fotografía digital y a Facebook hacer el oso es tan fácil como que alguien suba la foto y haga un tag. Ahora lo mejor es tener una pose bajo la manga en todo momento, como alecciona Paris Hilton.

Cambiar el estado sentimental
Ya no es tan difícil presentar a alguien en familia. Los novios ya no son presentados en la sala de la casa bajo la mirada paternal inquisidora y la pregunta inevitable: “¿Qué intenciones tiene con mi hija?”. Hoy esto se puede evitar con sólo cambiar el estado sentimental; pero cuidado, porque no siempre es tan fácil. Una usuaria de Blog lo explica mejor en su propias palabras.

Las postales colectivas de festivos
La tradición de enviar postales por correo a las casas de familiares y amigos en fechas especiales siempre fue un fino detalle de cortesía. Esto cambió cuando llegó el correo electrónico y las postales virtuales, pero aun así uno podía sentirse especial cuando recibía una. Luego alguien empezó a hacer postales de navidad, día de la mujer, día del amor y la amistad y día de la yuca, y no contento con esto se dedicó a etiquetar a todos sus contactos para felicitarlos “muy especialmente”. Así, cuando cualquiera de los felicitados se conecta no sólo tiene una foto nueva, sino 530 notificaciones nuevas de comentarios en la misma.

Relaciones de Amor y odio en Twitter
En el mundo físico cuando uno conoce a alguien no es tradición echarle los perros de buenas a primeras. Tampoco es elegante insultar o pegarle a alguien porque le cae mal. Pero en Twitter cada quien se esconde detrás de su avatar, de manera que irse contra alguien de sopetón o írsele de frente con piropos es de lo más común.

Repartir el MSN y el Gtalk, cual lechona en época de elecciones
Uno nunca sale a una reunión social con el número celular pegado en la frente ni estampa el fijo en la camiseta que lleva puesta. Además de ser poco decoroso, también es arriesgado.

Hacer una crónica amorosa a punta de notas de Facebook y Tweets
En este caso se aplica lo mismo del caso anterior. En un mundo ideal la tristeza de una tusa se llevaría en diarios privados o, en el mejor de los casos, en medio de charlas con amigos. La publicación de tweets y notas de despecho en Facebook es tan horrible como tatuarse un corazón roto en la cara.

Creerse políglota
Una de las grandes cualidades de nuestros días es las posibilidades que da la globalización para aprender idiomas extranjeros. Antes eran pocos los afortunados que lograban comunicarse con gente de países con otras lenguas, pero hoy es algo más común. Del cruce de culturas pueden resultar grandes amistades o terribles malentendidos. Por eso es importante al menos usar una herramienta de traducción en Internet, si uno se va a hacer el políglota al actualizar el estatus de Facebook. Si uno no está seguro es mejor quedarse con el castellano, para evitar irse inocentemente contra el orgullo o la mamá de alguien.

Agregar a la familia y amigos de la pareja
Cuando uno se cuadra jamás empieza a invitar a cine a los primos octavos ni al amigo del colegio del nuevo amor. Si acaso uno se los encuentra en una reunión familiar, de esas a las que uno va muerto de la pena. Así, agregar a estos personajes a Facebook puede marcar el paso de la delicada línea entre ser querido y ser un abusivo. Y si así es el cuadre, imagínate a la terminada: sacarlos a todos y quedar como el resentido que volverá un día para vengarse.