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Antiguo 11-03-2010 , 17:24:14   #5
e-che
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e-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Dioses
  
Kaffeetrinker 2 Capitulo 3. LA PLENA LIBERTAD DE COMERCIAR

La plena libertad de comerciar consiste en una libertad, de competencia y concurrencia, existencial y no retórica, es decir, la capacidad de toda persona o colectivo de poder producir e intercambiar los bienes de su propiedad a un precio comúnmente aceptado y equitativo con cualquier otra persona o colectivo. Implica la eliminación de todos los controles del mercado que lo han transformado en un sistema usurero. El restablecimiento de un auténtico mercado libre consiste en:

A) La libre elección de moneda

La libre elección de moneda implica que son los ciudadanos como comerciantes quienes deciden cual es la mercancía que quieren utilizar como medio de cambio. Por tanto, es contraria a la imposición de una moneda artificiosa. Hoy en día los ciudadanos sufrimos la silenciosa imposición de una moneda estatal sin valor como mercancía, es decir, de unos trozos de papel cuyo derecho exclusivo de producción gozan, no sólo los bancos estatales, sino también los bancos privados, y cuyo valor legal establece compulsivamente el estado.
Moneda es, o debe ser, cualquier mercancía libre y comúnmente aceptada como medio de cambio.

Gracias a esta imposición de la moneda bancaria, los bancos gozan de un privilegio extraordinario: Pueden alterar el valor de la moneda que los usuarios ganamos a cambio de nuestro trabajo; pueden aumentar la cantidad de dinero en el mercado simplemente creando más dinero o más crédito de la nada. Para que esto funcione, los usuarios están forzados a aceptar esta moneda legal, impidiéndose, con múltiples mecanismos, el uso de ninguna otra moneda dentro de cada territorio estatal. Los bancos, así, tienen el privilegio único de poder prestar dinero en cantidad superior a lo que realmente tienen en efectivo (1). Ahora bien, cada vez que se crea más dinero, que estamos forzados a aceptar, se producen, seamos o no conscientes de ello, dos consecuencias inmediatas:


1.- EL LENTO ROBO INFLACIONARIO


Los usuarios a la fuerza del papel moneda estatal descubrimos que éste se devalúa continuamente. Es decir, el precio que pagamos para adquirir el papel es mayor que el que recibimos cuando lo gastamos.


Este proceso se repite de una forma lenta pero contundente, robando a cada poseedor o ahorrador de esta moneda una porción de su ahorro, aunque éste sólo lo posea por un pequeño periodo de tiempo. Todas estas porciones sumadas unas con otras constituyen una inmensa cantidad robada. A este robo los economistas prefieren designarlo con el término neutro de inflación. Y aunque considerada como un problema, ésta adquiere la misma categoría moral que un desajuste cualquiera dentro de una ecuación matemática.


Una de las consecuencias de este proceso es la creación de una nueva clase social totalmente desposeída: Los jubilados. Por otra parte el pago a esta masa mendicante, de cuya creación el estado es el único responsable, sirve de justificación perfecta para seguir hipotecando a la siguiente generación, la de los hijos. Los trabajadores retirados no entienden como a pesar de llevar una vida entera dedicada al trabajo, al final de su vida productiva se encuentran sin nada. Precisamente en esta edad, cuando deberían poder gozar de todo el esfuerzo realizado, tal como sucedía antiguamente, resulta que es cuando menos tienen. Los economistas nos han engañado con falsas excusas, como considerar éste un mal inevitable del progreso, o incluso cuando llegando a afirmar que quien se encuentra empobrecido al llegar a su jubilación es porque no ha tomado las suficientes precauciones. Mientras tanto, banqueros y políticos se regocijan públicamente de la “eficacia" de la moneda impuesta.


2.- LA ACUMULACION DE CAPITAL USURERO EN LOS BANCOS


Los bancos ganan con el interés de los préstamos de un dinero que han sacado de la nada. El resultado es que los usureros, que no producen ningún beneficio a la sociedad, se enriquecen a costa del resto de la gente. Los políticos convierten al Estado en el principal cliente de los banqueros por medio de la deuda pública, a cambio se respetan mutuamente.


El timo del papel-moneda, convertido en una industria gracias al moderno sistema bancario, es un engaño conocido desde hace tiempo. Goethe perfectamente desveló el principio en que se sostiene el papel-moneda. En su obra "Fausto" escribió acerca de un emperador arruinado que encuentra una súbita forma de pagar sus deudas a través de la simple impresión de papel: “Sepa todo aquel que lo desee que esta cedulilla vale por mil coronas. En prenda cierta de ellos, asígnesele el incontable caudal que hay enterrado en los dominios imperiales. Habiéndose proveído convenientemente a fin de que en seguida que se haya exhumado el real tesoro sirva de compensación a este papel”. (2) Mucha gente sigue pensando que detrás de los billetes que utilizamos existe algún respaldo físico. Para todos ellos les debe bastar con la siguiente comprobación: Que vayan a los bancos emisores a reclamar la promesa de pago de sus billetes (como ocurría en un principio).


J. P. Proudhon propuso una solución para librarse de este ridículo sistema de promesas de pago. Para ello recomendaba la solución de “...un campesino que se acusaba en confesión de haber roto un documento en el que reconocía deber cien escudos. El confesor le dijo: Debes devolver esos cien escudos.- Eso no, respondió el campesino, sólo devolveré lo que valía la hoja de papel en que constaba la deuda."(3)


El sistema de moneda impuesta lo mantenemos todos nosotros. Se mantiene gracias al valor que cada uno de nosotros damos a este papel cada vez que lo intercambiamos por una mercancía real. Nos han enseñado que el papel es la única moneda o la que mejor funciona, pero la elección de moneda no puede circunscribirse a términos de eficacia, como si no tuviera nada que ver con seres humanos. La elección de moneda es una cuestión que remite primeramente a la libertad de evaluación inherente a cada persona. Sabemos que cuando han existido tales condiciones de libertad personal, los mercados libres han elegido normalmente metales preciosos, que siendo raros, fácilmente identificables y divisibles, reúnen las más adecuadas características como medio de cambio. Quizás, si fuéramos libres, esta elección se repitiese. Liberalizar la moneda implica permitir que aquellos ciudadanos que no quieren seguir siendo timados, ni mantener con su esfuerzo la continuación de la estafa monetaria de los bancos, puedan elegir la moneda que mutuamente quieran para comprar y vender.



Referencias:
http://www.eumed. net/libros/ 2005/uiv- din/1b.htm

http://www.eumed. net/libros/ 2005/uiv- eco/index. htm

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