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e-che
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e-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Dioses
  
Kaffeetrinker 2 Respuesta: Los peligros que nos amenazan

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Tres hechos ocurrieron en solo 71 días, que la humanidad no puede pasar por alto.El 18 de diciembre de 2009, la comunidad internacional sufrió el mayor descalabro de la historia, en su intento de buscar solución al más grave problema que amenaza el mundo en este instante: la necesidad de poner fin con toda urgencia a los gases de efecto invernadero que están provocando el más grave problema enfrentado hasta hoy por la humanidad. Todas las esperanzas habían sido puestas en la Cumbre de Copenhague después de años de preparación con posterioridad al Protocolo de Kyoto, que el Gobierno de Estados Unidos -el más grande contaminador del mundo- se había dado el lujo de ignorar. El resto de la comunidad mundial, 192 países, esta vez incluyendo a Estados Unidos, se habían comprometido a promover un nuevo acuerdo. Fue tan vergonzoso el intento norteamericano de imponer sus intereses hegemónicos que, violando elementales principios democráticos, intentó establecer condiciones inaceptables para el resto del mundo de forma antidemocrática, en virtud de compromisos bilaterales con un grupo de los países más influyentes de las Naciones Unidas.A los Estados que integran la organización internacional se les invitó a firmar un documento que constituye una burla, en el que se habla de aportes futuros meramente teóricos para frenar el cambio climático.

No habían transcurrido todavía tres semanas cuando, al atardecer del 12 de enero, Haití, el país más pobre del hemisferio y el primero en poner fin al odioso sistema de la esclavitud, sufrió la mayor catástrofe natural en la historia conocida de esta parte del mundo: un terremoto de 7,3 grados en la escala Richter, a solo 10 kilómetros de profundidad y a muy corta distancia de la orilla de sus costas, golpeó la capital del país, en cuyas débiles casas de barro vivían la inmensa mayoría de las personas que resultaron muertas o desaparecidas. Un país montañoso y erosionado de 27 mil kilómetros cuadrados, donde la leña constituye prácticamente la única fuente de combustible doméstica para nueve millones de personas.

Si en algún lugar del planeta una catástrofe natural ha constituido una inmensa tragedia era Haití, símbolo de pobreza y subdesarrollo, donde viven los descendientes trasladados de África por los colonialistaspara trabajar como esclavos de los amosblancos.El hecho conmocionó al mundo en todos los rincones del planeta, estremecido por las imágenes fílmicas divulgadas que rayaban en lo increíble. Los heridos, sangrantes y graves, se movían entre los cadáveres clamando por auxilio. Bajo los escombros yacían los cuerpos de sus seres queridos sin vida. El número de víctimas mortales, según cálculos oficiales, superó las 200 mil personas.

El país ya estaba intervenido por fuerzas de la MINUSTAH, que las Naciones Unidas enviaron para restablecer el orden subvertido por fuerzas mercenarias haitianas que, instigadas por el Gobierno de Bush, se lanzaron contra el Gobierno elegido por el pueblo haitiano. Algunos edificios donde moraban soldados y jefes de las fuerzas de paz también se desplomaron, causando dolorosas víctimas.

Los partes oficiales estiman que, aparte de los muertos, alrededor de 400 mil haitianos fueron heridos y varios millones, casi la mitad de la población total, sufrieron afectaciones. Era una verdadera prueba para la comunidad mundial, que después de la bochornosa Cumbre de Dinamarca estaba en el deber de mostrar que los países desarrollados y ricos serían capaces de enfrentar las amenazas del cambio climático a la vida en nuestro planeta. Haití debe constituir un ejemplo de lo que los países ricos deben hacer por las naciones del Tercer Mundo ante el cambio climático.

Se puede creer o no, desafiando los datos, a mi juicio irrebatibles, de los más serios científicos del planeta y la inmensa mayoría de las personas más instruidas y serias del mundo, quienes piensan que al ritmo actual de calentamiento, los gases de efecto invernadero elevarán la temperatura no sólo 1,5 grados, sino hasta 5 grados, y que ya la temperatura media es la más alta en los últimos 600 mil años, mucho antes de que los seres humanos existieran como especie en el planeta.

Es absolutamente impensable que nueve mil millones de seres humanos que habitarán el mundo en el 2050 puedan sobrevivir a semejante catástrofe. Queda la esperanza de que la propia ciencia encuentre solución al problema de la energía que hoy obliga a consumir en 100 años más el resto del combustible gaseoso, líquido y sólido que la naturaleza tardó 400 millones de años en crear. La ciencia tal vez puede encontrar solución a la energía necesaria. La cuestión sería saber cuánto tiempo y a qué costo los seres humanos podrán enfrentar el problema, que no es el único, ya que otros muchos minerales no renovables y graves problemas requieren solución. De una cosa podemos estar seguros, a partir de todos los conceptos hoy conocidos: la estrella más próxima está a cuatro años luz de nuestro Sol, a una velocidad de 300 mil kilómetros por segundo. Una nave espacial tal vez recorra esa distancia en miles de años. El ser humano no tiene otra alternativa que vivir en este planeta.

Parecería innecesario abordar el tema si a solo 54 días del terremoto de Haití, otro increíble sismo de 8,8 grados de la escala Richter, cuyo epicentro estaba a 150 kilómetros de distancia y 47,4 de profundidad al noroeste de la ciudad de Concepción, no ocasionara otra catástrofe humana en Chile. No fue el mayor de la historia en ese hermano país, se dice que otro alcanzó 9 grados, pero esta vez no fue solo un fenómeno de efecto sísmico; mientras en Haití durante horas se esperó un maremoto que no se produjo, en Chile el terremoto fue seguido por un enorme tsunami, que apareció en sus costas entre casi 30 minutos y una hora después, según la distancia y datos que todavía no se conocen con toda precisión y cuyas olas llegaron hasta Japón. De no ser por la experiencia chilena frente a los terremotos, sus construcciones más sólidas y sus mayores recursos, el fenómeno natural habría costado la vida a decenas de miles o tal vez cientos de miles de personas. No por ello dejó de ocasionar alrededor de mil víctimas mortales, según datos oficiales divulgados, miles de heridos y tal vez más de dos millones de personas sufrieron daños materiales. Casi la totalidad de su población de 17 millones 94 mil 275 habitantes, sufrió terriblemente y aún padece las consecuencias del sismo que duró más de dos minutos, sus reiteradas réplicas, y las terribles escenas y sufrimientos que dejó el tsunami a lo largo de sus miles de kilómetros de costa. Nuestra Patria se solidariza plenamente y apoya moralmente el esfuerzo material que la comunidad internacional está en el deber de ofrecerle a Chile. Si algo estuviera en nuestras manos, desde el punto de vista humano, por el hermano pueblo chileno, el pueblo de Cuba no vacilaría en hacerlo.

Pienso que la comunidad internacional está en el deber de informar con objetividad la tragedia sufrida por ambos pueblos. Sería cruel, injusto e irresponsable dejar de educar a los pueblos del mundo sobre los peligros que nos amenazan.

¡Que la verdad prevalezca por encima de la mezquindad y las mentiras con que el imperialismo engaña y confunde a los pueblos!

Fidel Castro Ruz
Marzo 7 de 2010
9 y 27 p.m.

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