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Antiguo 28-02-2010 , 09:58:57   #2
+Wilfred
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Predeterminado Respuesta: El fin de una era

Se podría discutir si el gobierno de Álvaro Uribe interpretó un conservatismo latente y no expresado de la opinión pública, o si lideró su puesta en vigencia, o si la derechización del país obedece más a la violencia de las Farc. Pero lo que es un hecho es que la campaña presidencial se librará en el centro-derecha del campo, y que no será muy popular para los candidatos presentar opciones muy audaces ni muy de izquierda. La continuidad que quiere el electorado está, por el momento, muy ligada a la persona y al estilo de Álvaro Uribe. Lo paradójico es que varios de los grandes desafíos del país requieren políticas cuyos postulados están en el liberalismo o en el centro-izquierda como la lucha contra la pobreza y desigualdad, el desempleo o la problemática de la tierra. Para no hablar de temas que no tienen tinte ideológico y que han sido el gran talón de Aquiles del gobierno de Uribe como la infraestructura o la lucha contra la corrupción y la politiquería. El desafío para los candidatos de la oposición es formular nuevas propuestas que vayan a los problemas de fondo sin proyectar la imagen de que profanaran el legado uribista.

La otra gran pregunta tiene que ver con el sistema de partidos políticos. El abanico actual -la U, Cambio Radical, Polo Democrático, Partido Conservador y liberalismo como actores principales- es el resultado del tsunami que le introdujo a la política el triunfo arrasador de Uribe como candidato independiente en 2002. ¿Se mantendrá el mismo esquema en el futuro? Las señales son por ahora ambiguas: mientras el éxito de Sergio Fajardo en las encuestas fortalece la tesis de que los colombianos quieren figuras carismáticas y atractivas más que proyectos partidistas, en el otro lado de la moneda el Partido Conservador ha adquirido un inusitado dinamismo y en el liberalismo hay señales de que su clase política se podría reunificar, en el mediano plazo, al no existir la división que produjo Uribe en los últimos años. Finalmente, nadie sabe qué pasará con la coalición uribista sin la perspectiva de que su gran jefe ya no va a estar.

Uribismo sin Uribe
Finalmente, el propio presidente Álvaro Uribe tiene la sartén por el mango en lo que se refiere a la definición del futuro político de Colombia. Las últimas semanas han sido las más difíciles de su presidencia. La avalancha de críticas contra la reforma a la salud, la detención de su primo y senador Mario Uribe y la caída del referendo han constituido una penosa cadena de malas noticias. Algunas encuestas concluían que si el referendo se hubiera realizado su aprobación no estaba asegurada y que si Uribe hubiera podido ser candidato eventualmente habría tenido que ir a una segunda vuelta. ¿Cómo actuará ahora el Presidente para superar el momento difícil y hacer viable su innegable intención de asegurar la vigencia de sus proyectos? ¿Qué estará dispuesto a hacer para darle vida al uribismo sin Uribe?

Las respuestas serán relevantes durante la campaña, pero también después del 7 de agosto. ¿Dejará espacios a su sucesor o utilizará su popularidad para montarle una especie de espada de Damocles? Así como Uribe ha sido un presidente que rompió paradigmas de la política e innovó el estilo de gobernar, seguramente será un ex presidente muy distinto a sus antecesores. A sus 58 años tiene tiempo, vitalidad y popularidad para mantenerse activo e influir en la vida pública. Nunca ha dejado de ser un luchador y nunca dejará de serlo. Su adicción al poder y su vocación política obligan a descartar que será un "mueble viejo", como definía Alfonso López Michelsen la función de los ex mandatarios. Y mucho menos será un Belisario Betancur, que se recluyó en la cultura y la poesía desde que salió de la Casa de Nariño en 1986. El propio Uribe ha dicho que le servirá al país "desde cualquier posición y hasta el último día" y sus amigos más cercanos no descartan que busque algún cargo de elección. Ya la Corte Constitucional descartó la posibilidad de que vuelva a la Presidencia, así que tendrá que ser una elección local o regional.

La gran pregunta ahora es qué será del uribismo sin Uribe. ¿Serán leales todos sus candidatos? ¿Sacrificarán su propia identidad a favor de su ex jefe? ¿Seguirán a su líder una vez deje la Presidencia? Nadie puede saberlo. Lo cierto es que así como Uribe cambió en Colombia la forma de llegar al poder también puede cambiar la forma de dejarlo.

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