El problema de los medios masivos es precisamente que se convierten en segundos educadores. La gente tiene preferencia por creer aquello que está impreso o ha visto por televisión. El problema es que hace parte de la libre empresa, la libre expresión y el acceso a los medios de comunicación, cualquiera que estos sean, lo que hace prácticamente imposible - y peligroso - pretender restringir lo que difunden los canales de televisión.

La gente va a criticar, va a enviar e-mails, cadenas, a denunciar, pero todos tenemos que reconocer que la nena de Rosario Tijeras está muy buena, que uno llega a su casa, comienza a pasar canales y termina pegado a la novela porque, bien o mal, pues está interesante porque hay una balacera, se complicó una "vuelta", la nena está en tanga, etc.

Uno podría pretender que hubiera una especie de repudio consensual y dejar de ver, pero es como pretender dejar de tomar Coca-Cola o comprar los helados de McDonalds, dura una o dos semanas y vuelve uno a lo mismo; por algo los medios son conocidos como el cuarto poder (o quinto, o sexto, no recuerdo, el caso es que son un PODER)