La anulación oficial del referendo reeleccionista es el inicio de la campaña para los demás candidatos presidenciales, que estaban esperando este momento para poder sentir que tienen algunas aspiración presidencial.
De esta manera, inicia el camino que irá hasta mayo, cuando se lleve a cabo la primera ronda. Pero surgen dos preguntas en el horizonte: quién recibirá los votos de Uribe y cuáles políticas actuales deben seguir.
La ausencia de Uribe en estas elecciones tiene dos interpretaciones, la primera, es que se abre el camino para los demás candidatos y que estas elecciones se darán en iguales condiciones para todos los candidatos; la segunda, es que los que han estado siempre cerca de Uribe, caso el Partido de la U y los Conservadores, estarán esperando por un guiño que se traduzca en el acaparamiento de los votos que pudieran ser para Uribe. Es muy posible que a quien Uribe le haga el guiño podrá tener votos uribistas, pero el uribismo podrá perder orientación. El uribismo es Uribe, y tal vez a causa de esto muchos uribistas aún no sabrán qué opción pueda continuar la labor de Uribe, esta decisión creará un intenso debate entre la U y los conservadores para obtener los votos de Uribe, igualmente lo harán los demás candidatos. Tal vez las últimas decisiones, como la reforma en salud, serán un factor determinante en estas elecciones, ya que estos últimos desaciertos del gobierno han hecho perder entusiasmo dentro de los uribistas, además de la desfavorabilidad hacia el referendo en la virtualidad de que hubiera sido aprobado.
Pero ahora vamos con la segunda pregunta: ¿Hay políticas de Uribe que deben perdurar?, ¿o definitivamente hay que cambiar todo de nuevo? La experiencia nos ha enseñado que cada cuatro años siempre se pierde algo del anterior que pudo valer la pena haber continuado. Escasamente se mantuvo el SISBEN creado en la administración Samper, pero realmente las políticas que han valido la pena no han perdurado. Si bien Uribe ha sido mejor que el infamemente recordado trío miseria (Gaviria, Samper, Pastrana), sus políticas en seguridad social han sido decepcionantes, ante las cuales debe haber un serio cambio, pero las políticas en seguridad deberían mantenerse, a la vez que deben expandirse a los centros urbanos, que ahora viven una inseguridad crecida. De igual modo, la confrontación abierta ante los grupos terroristas debe seguir hasta que acepten negociar sin hacer trampa.
La gestión de Uribe será recordada, sin duda. Si es bien o mal recordada, eso sólo lo dirá la historia futura.