Nada más comentado en el día de hoy que la manera más burda e infantil en que dos jefes de Estado intercambian insultos y acusaciones sin fundamentos, además de la manera tan irresponsable como han llevado sus relaciones bilaterales, dándole más transcendencia a las diferencias ideológicas (y personales) que a la diplomacia que debe imperar en las relaciones internacionales.
Pero me extraña más la actitud de Uribe, quien siempre había sido muy mesurado ante los reiterados tratos peyorativos por parte de Chávez, que siempre contestaba con más razón que emoción. Hoy tengo que decir que por desgracia ha caído en el juego y que respondió de una manera parecida a la que contestaría su homólogo venezolano, retándolo de la manera más vulgar y descarada con el hoy mencionado en todas partes "Sea varón". Como era de esperarse, la respuesta de Chávez llegó acompañada de acusaciones salvajes, de nuevo haciendo alución al tan odiado "imperio yanqui" y denunciando amenazas contra su vida por parte de Colombia.
Reconozco que en cierta parte me gustó lo que le dijeron a Chávez, creo que le hacía falta y llevaba tiempo buscándoselo, pero la actitud de ambos presidentes fue notoriamente vergonzosa, paupérrima, nada digna de un jefe de Estado. ¿Desde cuándo las relaciones internacionales se manejan personalmente?, ¿dónde queda el sentido de la dplomacia? Me parece irrisorio que se pueda creer en la integración, cuando hay un manejo inadecuado de las relaciones internacionales, un problema que es la norma en la región.
No obstante, luego del monumental espectáculo, que de seguro dará más de qué hablar que la famosa frase "por qué no te callas" de Su Majestad Juan Carlos, ambos países acordaron la creación de una comisión para la reestructuración de las relaciones entre los dos países. ¿Será que con tantos insultos liberaron algo de presión? Pues todo parece indicar que esta pelea fue necesaria, puesto que después de lo sucedido ambos presidentes mostraban un tono más conciliador, más fresco.
Tal parece que se abre la posibilidad de que las relaciones entre nuestros países puedan volver al curso normal, pero ambos presidentes deberán replantear la manera como llevan las relaciones exteriores.