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Antiguo 12-02-2010 , 15:53:41   #2
**CM PUNK**
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**CM PUNK** Es Una Leyenda Viviente**CM PUNK** Es Una Leyenda Viviente**CM PUNK** Es Una Leyenda Viviente**CM PUNK** Es Una Leyenda Viviente**CM PUNK** Es Una Leyenda Viviente**CM PUNK** Es Una Leyenda Viviente**CM PUNK** Es Una Leyenda Viviente**CM PUNK** Es Una Leyenda Viviente**CM PUNK** Es Una Leyenda Viviente**CM PUNK** Es Una Leyenda Viviente**CM PUNK** Es Una Leyenda Viviente
  
Predeterminado Respuesta: No ensucies el agua que has de beber

¿Y de quiénes, entonces, sino de un papá y de una mamá, deben ser hijos los inermes manifestantes para merecer el respeto de la policía venezolana y que ésta no los reprima con aquella brutalidad con que, según el video de la mejor canción de Yordano, Por esas calles, lo hacía la policía de antes? A propósito, ¿qué dirá ahora Yordano, al parecer del lado del poderoso, de esta represión policial contra el estudiantado que protesta en su contra?


Y es que en este punto específico es donde ha de detenerse el observador desprevenido. Sí, que conste de una buena vez: el observador desprevenido, subrayo, o sea, aquel del que nadie con mediano respeto hacia la verdad puede sugerir siquiera que esté al servicio de los Estados Unidos o a ultranza en contra suya, porque es apenas un demócrata que trata de ser lo más objetivo posible en sus análisis y que, por ello, igual da palo hacia la izquierda que hacia la derecha, si tiene que darlo en el sentido que sea, o exalta lo positivo que emane de uno u otro sector, porque no entiende como proceder meritorio en la vida la genuflexión ante la atrocidad o el abuso si éstos los cometen aquellos con quienes simpatiza y, en cambio, la crítica acerba ante los mismos descalabros si incurren en ellos quienes no gozan de sus simpatías, pues tiene perfectamente claro dentro de su inventario moral que la tortura, por ejemplo, es igual de infame, cobarde y condenable si la ejecuta un poderoso de derecha contra sus detractores de izquierda que si ocurre viceversa o que el respeto hacia la libre determinación de las naciones vale por igual predicársela tanto al poderoso de derecha que invade Iraq como al poderoso de izquierda que invade Hungría.


¿Es que —insiste en preguntar el observador desapasionado— golpear con las cachiporras, o lanzar gases lacrimógenos. o disparar las armas oficiales contra estudiantes inermes, es digno de aplauso si lo hace el régimen izquierdista de Venezuela contra los universitarios que, evidentemente desarmados, protestan en su contra, y, en cambio, merece reprobación internacional si lo hace un régimen derechista contra los universitarios que, también evidentemente desarmados, protestan contra él?


Y, en este mismo desorden de ideas, ¿es que un golpe de Estado contra un gobierno con el que no se simpatiza, por la razón que sea, pero que, en todo caso, ha sido elegido democráticamente, es legítimo, plausible y digno de conmemoración anual por tratarse, en suma, de una gesta histórica, si el presidente derrocado se llama Carlos Andrés Pérez, pero, en cambio, es monstruosa y repudiable felonía si el presidente se llama Manuel Zelaya?


No comparte quien estas líneas escribe esa maniquea forma de ver la vida. Y ve, en cambio, que cada día son menos los que la comparten, vale decir, que cada día son más los que, por fortuna para la civilización, condenan la violencia política no importa ella de dónde provenga y contra quién se ejerza.


Acaso haya sido por eso que cuando el Presidente de Honduras Manuel Zelaya fue derribado de la presidencia por militares que irrumpieron en su morada y se lo llevaron por la fuerza, el Presidente de Venezuela Hugo Chávez intentó liderar la lucha internacional por restablecerlo en el poder y que, de paso, se declarara ilegítimo en América Latina todo intento de golpe de Estado contra un presidente constitucional democráticamente elegido ("Cuando vieres las barbas de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo", dice el refranero popular), pero casi nadie le puso cuidado. El coronel Chávez habría de resignarse a observar, entonces, cómo el Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA) José Miguel Insulza se iba para Honduras a tratar de lograr que su peso político sirviera para que Zelaya fuera restablecido de inmediato en el alto cargo, tal y como el coronel Chávez lo anhelaba. Pero seguramente lo observó, al igual que yo, sin esperanzas. Porque ya de antes a Insulza lo habían cogido como rey de burlas a raíz de su apellido. Que era "un insulso", le dijeron. Que se fuera "con su insulsera" para otra parte, le dijeron. Que aquí no venga "este insulso" a dar órdenes, le dijeron.

Pues bien: en Honduras le hicieron caso a quien lo dijo y, en efecto, a Insulza no le dieron ninguna importancia. Por eso, Zelaya se quedó por fuera.


Tengo la absoluta certeza de que el coronel Chávez recordó, en aquellos días aciagos, quién se había encargado de burlarse del apelllido de Insulza y de restarle toda majestad a su cargo o, dicho en otras palabras, quién tuvo la culpa de que en Honduras no hayan acatado al Secretario General de la OEA y que, por ello, Manuel Zelaya no haya podido recuperar la presidencia.

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Ahora aun estás con opción, levanta la mano si quieres unirte a la Sociedad Straight Edge de denunciando

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**CM PUNK** no está en línea   Responder Citando
 
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