Taxista, héroe anónimo, impidió que robaran carro de una joven
El ladrón, que fingía vender dulces, se le metió al vehículo por la ventanilla de la derecha.
Un taxista salvó este viernes a una joven bogotana de que le robaran su carro.
Todo empezó a las 2:15 p.m., cuando Isabel* se despidió de su familia, con la que había estado almorzando en un restaurante, y se subió en su carro.
En la carrera 7a. con calle 95 había un accidente y el tráfico estaba lento. Isabel llamó a su mamá para contarle qué estaba pasando en el lugar y todavía estaba hablando por celular cuando un hombre, que aparentaba vender dulces en el sitio, se le metió al carro por la ventanilla derecha, que llevaba el vidrio abajo.
Todavía tenía medio cuerpo afuera pero amenazó a Isabel con un cuchillo mientras le gritaba "arranque, arranque".
La mamá de Isabel oía lo que le estaba pasando a su hija y se desesperó, pero el desespero fue mayor cuando el ladrón cortó la llamada y le arrebató el celular a la joven.
La mamá de Isabel llamó a sus familiares para contarles lo sucedido y se inició una gran cruzada para rescatar a la joven.
Alberto*, tío de Isabel, se puso al frente de la situación y llamó inicialmente a la línea 123, donde dio los datos del vehículo de su sobrina. Posteriormente, a todas las compañías de taxi de la ciudad, cuyas centrales lanzaron la alarma.
Luego, Alberto mandó un mensaje por su blackberry a sus 35 contactos y estos, a su vez, a sus amigos. Esos mensajes terminaron en la Policía Metropolitana, el Ejército, la Sijín, la Dijín e incluso en el buzón del Vicepresidente de la República, Francisco Santos, así como en el del presidente y las directivas del canal RCN. Todo el mundo los replicó.
Isabel cuenta, ya un poco más tranquila, que en medio de los gritos del ladrón y su propio desespero empezó a ver que un taxi la seguía muy de cerca. El ladrón, asustado, se bajó del vehículo y salió corriendo, desapareciendo entre la multitud de la carrera 15 con 95 de un viernes por la tarde. Se robó el celular de la muchacha.
La joven llegó a una tienda, pidió prestado el teléfono, llamó a su familia, le dijo donde estaba y se desmayó.
Ahora está con los suyos, pero todavía tiene miedo. El blackberry del tío sigue recibiendo mensajes de personas que quieren saber qué pasó ("uno sólo de mis contactos envió 270 mensajes", cuenta).
En una tarde de viernes, la alerta y la solidaridad primaron. Y la tecnología ayudó a mover a muchas personas para llegar a los más alto de las autoridades por Isabel, cuya familia no se sintió desamparada.