La situación social, política y económica que vive Venezuela actualmente es tal vez la peor en años. Cuando se esperaba que después de años de gobiernos ineptos e ineficientes esa situación cambiaría con Hugo Chávez, la actualidad venezolana muestra un panorama no muy positivo para lo que hace años era un país próspero. Lamentablemente, esta situación ha servido para muchos colombianos, que miran la propia realidad como "buena" en comparación a la actualidad venezolana.
Si bien nuestra situación parece mejor que la venezolana, no significa estrictamente que nuestra realidad sea buena. El conformismo al que a muchos compatriotas se han entregado en su fanatismo político no permite ver más allá de un panorama. Nuestra situación política es alarmante, la corrupción se metió en todas partes y es la que impera, junto con la impunidad, la injusticia y la politiquería. Nada más para decir de lo deprimente y lúgubre de nuestro panorama alrededor de la educación y la salud. Lo que por derecho deberían ser derechos a los cuales todas las personas deberían tener acceso sin importar su raza o su situación socio-económica, se ha convertido en una mercancía y un privilegio al que sólo algunos jóvenes con padres adinerados o ciudadanos con una tarjeta "Gold" de una EPS pueden acceder.
Y ni qué decir de la economía nacional. Una vez pasada la crisis se esperaba que Colombia fuera uno de los países menos golpeados, ahora resulta que fuimos los más damnificados, y cuando hace pocos años tuvimos un histórico crecimiento del 7%, ahora sufrimos una contracción de -0.3%. Un salario mínimo que le rinde tributo a su nombre, es realmente mínimo, tan mínimo, que dudo mucho que una persona o una familia puedan vivir dignamente con tan poco, cuando los bienes de consumo y demás bienes crecen a una tasa mayor. Y ni qué hablar del desempleo, mucha gente se alegró por la reducción al casi 12%, si bien fue una gran diferencia con el 20% que se tuvo años atrás, sigue siendo una cifra que debería producir vergüenza e indignación.
Sin embargo, muchos colombianos, de manera hipócrita e indoliente, seguirán mirando la paja del ojo ajeno y seguirán pensando que por el hecho de poder viajar a la finca en los puentes o viajar en vacaciones por la carretera este país tiene un mejor panorama que la triste realidad de nuestros vecinos del otro lado del Orinoco.
Mal de muchos, consuelo de tontos.