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Denunciante Platino
 |  Aquel 20 de julio...
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 | Hacia el año 1810, nuestros ancestros criollos decidieron no seguir sirviendo a un imperio que solo saqueaba sus riquezas y abusaba de ellos. Fue entonces, la primera vez que nuestro pueblo tuvo conciencia de quiénes eran y qué querían: constituirse como una nación soberana, independiente y con capacidad de autodeterminarse. Aunque el inicio fue frágil en los años posteriores y la consagración final de la Independencia absoluta no sería hasta 1819, ese fue el comienzo de una nación que hoy conocemos como Colombia.
Este año que comienza celebraremos 200 años de ese suceso, cuando aquel 20 de julio Don José Acevedo y Gómez convocó a los pobladores locales para sublevarse ante los regentes de la corona española. Tristemente, el panorama bajo el cual se celebrarán dos siglos de ese acontecimiento tan trascendental para nuestra historia, y qué peor celebración que venderle el alma al diablo con la firma del acuerdo militar con Estados Unidos, el cual desmintió definitivamente la independencia de Colombia.
¿Cómo podemos ser tan hipócritas de celebrar nuestra independencia mostrando servilismo y dependencia ante otro regente?, ¿cómo podemos ser tan cínicos de celebrar el momento en que decidimos ser una nación convirtiéndonos prácticamente en una colonia?, ¿acaso nos merecemos celebrar dicho evento? No me quiero imaginar que pensarán José Acevedo, Manuela Beltrán, Policarpa Salavarrieta, Antonio Nariño y Simón Bolívar, entre otros patriotas, desde dónde sea que estén, de ver este acto vergonzoso y descarado, de regresar a aquellos tiempos antes de 1810; quizá la única diferencia es que en aquellos tiempos el virrey notoriamente obedecía órdenes de la corona, en nuestros tiempos mentir es un arte que sólo unos pocos pueden ejecutar y otros pocos pueden descifrar.
Quisiera que este año pudiéramos celebrar de verdad la independencia de nuestro país, que podamos empezar a trazar nuestro propio destino, que podamos hacer nuestro propio país. No será fácil empezar, es cómo aprender a montar en bicicleta, no importa cuántas veces caigas, no dejes de intentar. Ese es el verdadero sentido de la independencia, el poder definirnos quiénes sómos y hacia dónde queremos ir; y así, poder revivir aquel 20 de julio.
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