Artículo publicado por el Nuevo Siglo
Colombia, la otra finca
PRIMER TINTO
DESPUÉS de enrostrarle a su ex jefe la compra del referendo reeleccionista, Noemí Sanín afirmó hace poco, con respecto al relevo del clon Arias, que “hay gente que comienza a confundir el Estado con su propia finca”. Verdad irrebatible en la cual vuelve a entrar, cómo no, Uribe, el omnipresente. Como ya ha denunciado esta columna en varias oportunidades, es lo que hace y ha hecho siempre éste: confundir a Colombia con El Ubérrimo. Sus decisiones no son de presidente sino de finquero, o sea de dueño y señor de finca.
¿Qué tal el modo como dispone del presupuesto y de los recursos nacionales, como malvende todo, como premia a los ricos? Viene privatizando los parques nacionales y ya habló incluso de hacer lo mismo con las playas y de vender parte de Ecopetrol dizque para invertir en infraestructura vial. ¿Y qué decir de la forma unipersonal y absolutista como resolvió el asunto de las bases militares, sin atender siquiera la recomendación de someterlo al Congreso y sin pensar en la reacción interna y externa que tal hecho desencadenaría? “La finca es mía y yo hago en ella lo que me plazca” fue el mensaje implícito. Otras pruebas fehacientes de ese espíritu finqueril son las maniobras para elegir Fiscal.
Primero el finquero presentó una terna de amigotes. Estudiada por la Corte resultó inviable. Salió uno de sus integrantes por líos pretéritos. Quedaron el hombre de las recompensas que dispararon los “falsos positivos” y una ridícula señora que dijo no saber nada pero que aprendía. Incompleta la terna, en vez de presentar una nueva, como era lógico, la remendó con otro amigote y, naturalmente, la inviabilidad persistió. Después apareció en televisión con cara de seminarista compungido, diciendo que había cumplido con su deber y que la Corte debía hacer lo mismo con el suyo. Más tarde volvió a salir, esta vez con cara endemoniada, acusando a los magistrados de politiqueros, de sepulcros blanqueados y de perseguidores de periodistas.
¿Qué es lo que quiere el finquero? Obligar a la Corte a que, quebrantando su dignidad, su responsabilidad y su autonomía, elija a quién no debe. El Fiscal debe ser, según la ONU, un “profesional capaz de ejercer el cargo con total y plena independencia” y no un peón o una ficha tipo Jorge Noguera. Y eso es, precisamente, lo que busca el Uribato para salvar sus infectas bancadas reeleccionistas.
En esta finca todo está podrido y huele horrible. De ahí que ya hasta los gallinazos estén amañándose en la Casa de Nari, según lo mostró recientemente El Espectador.
Broche
La cohesión social es una farsa, la confianza inversionista les roba a los pobres para darles a los ricos y la seguridad democrática hace aguas. Mientras tanto, Pinocho funge de acusador.