Las excavaciones para la construcción de una carretera permitieron a la policía descubrir el asesinato de una niña hace medio siglo en el sur de Irán y a encontrar a su presunta autora, una anciana de 68 años.
Los trabajadores que derribaron una vivienda para allanar el terreno encontraron bajo los escombros un ánfora que contenía los huesos de un esqueleto perteneciente a una niña de 8 años.
Alertada la policía, inspectores de la brigada criminal interrogaron a los habitantes de Sapidan, un pueblo de la provincia meridional de Fars, hasta que descubrieron que una pareja de ancianos había denunciado la desaparición de una hija de la misma edad, llamada Tala, en la década de los años 50 del pasado siglo.
La pareja ya había acusado entonces a una vecina, que por aquella época tenía 18 años y respondía al nombre de Ziba, de la desaparición de la niña así como de su otro hijo, Mohamed, que tenía once años.
"Yo estaba segura de que esa mujer no solamente había matado a mi hija Tala sino también a mi hijo Mohamed en venganza por una antigua disputa", explicó la madre.
Tras escuchar el relato, los agentes buscaron a Ziba, y verificaron que la anciana había habitado esa casa y que recientemente la había vendido al Ministerio de Transporte y Vías de Comunicación al estar ubicada en el trazado de la futura carretera.
Tras varias horas de interrogatorio, la mujer confesó haber asesinado a Tala y a Mohamed, cuyo cadáver sí fue entregado a la familia cincuenta años atrás tras informarle de que había perecido "ahogado".
"Tenía rencor hacia la madre y decidí matar a sus hijos. Un día que vi a Tala sola por la calle la lleve a mi casa, la mate y metí su cadáver en un ánfora que enterré luego en el sótano", confesó Ziba.
La mujer añadió que había estrangulado al hermano de Tala y luego había arrojado su cadáver al río.
A falta de las pruebas de ADN, la anciana podría ser condenada a la pena capital por el doble crimen .