Se suele decir que, cuando un hijo llega a casa, la madre tiene al objeto de su amor pero el padre tiene un sujeto de experimentación.
d’Armond Speers, de Minnesota (EE.UU.) cumple con este dicho. Interesado, según él, por el proceso de aprendizaje del lenguaje en las primeras etapas del desarrollo del niño decidió experimentar y enseñarle a su vástago un lenguaje inventado seleccionado del rico y fascinante universo de Star Trek.
Vamos, la excusa perfecta para tener al crío aprendiendo klingon como primera y única lengua durante los tres primeros años de su vida… a ver qué pasaba.
Speers se escuda en su condición como doctorado en lingüística computacional, que es como decir “sí, señor juez, yo tengo el carnet de camiones y por eso creí que podía pilotar el avión”.
De momento nadie a tomado medidas y la gente se lo toma como chiste. No sabemos la opinión de la madre (por lo visto debe ser de Vulcano y demostrar emociones no va con ella), pero seguro que empiezan a correr ríos de tinta cuando el niño, en la guardería, le pida las pinturas a la “seño” y esta se crea que el pobrecillo tiene la rabia.
Los experimentos, muy señor mío, con gaseosa o con la vecina.