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Antiguo 23-11-2009 , 11:22:50   #2
PERSEO
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Predeterminado Respuesta: Tu Nombre en nazi

Y fijaos en la gracia de la máquina: no sólo tenemos un buen cifrado sino que, además, la clave va en función de la posición inicial de los tres rotores; si variamos la posición inicial de los rotores el cifrado es totalmente diferente. Aunque descubriéramos la posición inicial un día, podían cambiarla al día siguiente y volveríamos a estar en el mismo problema.

Por fin, hay un añadido más que es el Reflector (ahora explico su utilidad) antes de llegar al tablero.



Para codificar un mensaje, necesitábamos un operador con una máquina Enigma que lo introducía y cada vez que pulsaba una letra los discos se movían y daba el mensaje cifrado en el tablero.

Posteriormente, el mensaje cifrado ilegible para el enemigo llegaba al destino donde tenían otra máquina Enigma esperando con los rotores puestos en la misma posición de partida que la máquina que lo generó. Acto seguido, se introducía el mensaje cifrado y, gracias al reflector, reproducía el mensaje original. ¿No os parece un invento fantástico?

Lo potente de esta máquina es que, aunque el enemigo fuera capaz de tener una, no podía hacer nada sin conocer las posiciones iniciales de los modificadores. Si alguien interceptaba un mensaje y tenía una Enigma, tenía que ir probando alguna de las 17.576 posiciones iniciales de los modificadores y ver si salía algún mensaje inteligible; si no, probar una segunda y así sucesivamente. Si el descifrador pudiera probar una combinación por minuto y trabajar día y noche le llevaría dos semanas averiguar el mensaje. ¿Imposible de descifrar en un tiempo aceptable?

Aun así, Scherbius no quedó satisfecho. Podría haber añadido más modificadores, ya que cada uno de ellos aumentaba la dificultad multiplicando por 26, pero esto hubiera agrandado el tamaño de la máquina. Así que añadió dos nuevos rasgos. El primero fue que los modificadores fueran intercambiables, es decir, que podía poner, por ejemplo, el tercer rotor en primer lugar, el segundo en tercer lugar, etc. Hay seis maneras de poner tres modificadores, de manera que el número de claves aumenta. El segundo rasgo fue la introducción de un clavijero que podía intercambiar letras en grupos de 6.

Resumiendo: tenemos 26*26*26=17.576 posibles combinaciones de los tres modificadores y si añadimos las 6 formas de poder poner los modificadores y el clavijero con el que podemos intercambiar 6 pares de letras entre 26 posibles tenemos del orden de billones de claves posibles.
[IMG]http://1.bp.*************/_aQoRZQmEj2Y/SoLLDSsPD0I/AAAAAAAANCQ/hajrAqFOQOg/s400/Enigma.jpg[/IMG]
Ya habréis notado que la parte que más contribuye al número de claves es el clavijero. ¿Por qué no poner simplemente un clavijero? Pues porque, por sí mismo, hace de sustitución monoalfabética y mediante un análisis de frecuencia sería cazado rápidamente; pero combinando dicho clavijero con los modificadores, los análisis de frecuencia no nos sirven.

Scherbius obtuvo una patente en 1918. Los alemanes concluyeron que era la mejor solución para sus comunicaciones. A partir de 1925 y durante las dos décadas siguientes, el ejército alemán compró más de 30.000 máquinas Enigma, lo que les proporcionó el sistema de cifrado más seguro del mundo. Al estallar la Segunda Guerra Mundial sus comunicaciones estaban protegidas por un nivel de codificación sin precedentes.

El talón de Aquiles era que acabaran descubriendo la clave, así que los alemanes optaron por cambiarla cada día. Los aliados, por tanto, tenían un día para averiguarla. Al empezar el día siguiente, vuelta a empezar de cero. Por supuesto, las claves de cada día tenían que ser conocidas tanto por emisor como por receptor. Para ello, tenían un libro de códigos que decía las diferentes posiciones iniciales de los modificadores así como los cambios de pares de letras del clavijero.

Y por si todo ello no fuera suficiente, tomaron la precaución de transmitir una nueva clave para cada mensaje. O sea, aprovechando la clave del día se transmitían una nueva clave. Imaginemos, por ejemplo, que la clave del día de los modificadores era QCW. Pues utilizando esa posición se transmitían PGHPGH (lo hacían dos veces para asegurarse que se recibía correctamente la nueva clave) y el receptor recibía, por ejemplo KIVBJE (recuerdo que las letras cambiaban a cada pulsación). En ese momento, ambos cambiaban los modificadores a la nueva posición PGH y empezaba el mensaje cifrado real.

Tal y como los franceses dieron la batalla del desciframiento por perdida, los polacos no. Su Biuro Szyfrów organizó un curso de criptografía e invitó a 20 matemáticos que sabían hablar alemán. Les tomaron juramento y escogieron a tres de ellos por sus aptitudes. El que más destacó fue un joven de 23 años llamado Marian Rejewski. Era tímido, con gafas pero trabajando totalmente solo, con una Enigma en sus manos y con la información que os he dado fue capaz de descifrar los mensajes de los alemanes.

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