¿QUÉ PANDILLEROS OPERABAN EN ESE TIEMPO?

Estaba “El Curly”, ya lo mataron en San Pedro Sula, “El Sicópata”, “El Bato”, “El Duende”, “El Emuk”, “El Little One” era mexicano, vino para acá y estuvo con nosotros.



¿HABÍA MUJERES?

Había un montón, como 35 mujeres, estaba “La Diabla”, “La Spiki”, “Little Baby”, “La Muñeca”, “La Bule”, ya la mataron, supuestamente mató 25 de la MS, eran varias.

Ellas casi no se dedicaban a lo que nosotros hacíamos, era diferente, ellas mataban, pero existen reglas diferentes para las mujeres.



¿LAS TRATAN COMO SI FUERAN INFERIORES?

No, son iguales, pero las tratan mejor porque son mujeres. Había temporadas que prohibían algunas cosas, prohibían las drogas por un mes, dos meses, tres meses y las mujeres subían en la pandilla.

Había veces que los dieciocho varones no mataban gente sino que solo las mujeres.

“La Bule”, “La Cheidi” y “La Diabla” eran las más locas de ahí.



¿QUIÉNES ERAN LOS QUE MÁS MATABAN EN ESTE LUGAR?

“El Crimen”, “El Duende”, “La Diabla”, “El Little Eigthen”. “El Crimen” mató gente, supuestamente está preso por matar 25, pero solo en un día mató más de 20 cuando mataron a “La Bule”.




¿HACÍAN RITUALES COMO COMERSE EL CORAZÓN DE LOS MUERTOS?

No, los dieciocho nunca mataron gente por entregarle la vida al diablo, solo mataban gente porque satisface.




¿SE SIENTE SATISFACCIÓN AL MATAR GENTE?

Sí usted.



¿POR QUÉ?

Si a usted le matan a su mamá y usted mata al que mató a su mamá…

Al final de la entrevista, en una plática informal, el pandillero contó que para ser cabecilla y llevar la primera, como le dicen ellos al liderazgo, tienen que venir de Los Ángeles, California, de lo contrario siempre se está en segundo rango en la asociación ilegal.

Confió también que compraban chapas y uniformes de la Dirección General de Investigación Criminal, conseguían carros 2.8 y armados con Ak-47 atacaban a los MS.





GLOSARIO

MAJE:

Es un hondureñismo que utilizan los pandilleros para hablar despectivamente de un hombre o una mujer.



MERCADOS:

La mara 18 domina los mercados de Comayagüela: San Isidro, Galindo, El Colón, El Álvarez y Las Américas. La “Ley Antimaras” nunca cambió este panorama.



CLICAS:

Son las células criminales más pequeñas y compiten cada una dentro de la misma mara por quien comete los crímenes más atroces, por el ascenso delictivo dentro de la organización.


SU ESTILO DE VIDA

Ellos, con holgados atuendos, cabezas rapadas y tatuajes visibles empezaron a imponer una moda y un estilo de vida entre muchos adolescentes.

Los muchachos consumen drogas como cocaína y marihuana, o inhalan pegamentos para zapatos y gasolina, según las autoridades, en un ambiente de creciente pobreza que agobia a Honduras, y afecta al 80% de la población.

La gravedad del fenómeno llegó a límites inimaginables a finales del 90 e inicios de este siglo: enfrentamientos callejeros en las principales avenidas, secuestros, asaltos en vías públicas y locales comerciales, cobraron la vida de cientos de personas.

Después de que estos grupos de jóvenes armados se convirtieron en pesadilla para habitantes de barrios y colonias, llegaron al centro de la ciudad donde se enfrentaban las dos maras más fuertes. La inestabilidad tomó fuerza, al tiempo que también crecían en países vecinos como El Salvador y Guatemala.

Con la aplicación de la llamada Ley Antimaras, los pandilleros sufrieron una metamorfosis y cambiaron su forma de vestir y eliminaron los tatuajes de sus cuerpos.



LAS ZONAS DE HORROR

Poco a poco fueron creciendo los simpatizantes, la denominada “pinta” de identificación de las dos maras, se filtró entre los grupos de jóvenes inicialmente en barrios marginados, donde el objetivo era reclutar miembros entre 8 y 16 años. Poco, a poco fueron tomando territorio y ganando seguidores que ahora son atraídos con otras técnicas.

Las zonas de operación están bien delimitadas, también sus delitos, por ahora no hay enfrentamientos entre ellos y posiblemente, conspiren con una amenaza mayor.

Las autoridades tienen pleno conocimiento que desde el interior de las prisiones, lo líderes de las “clicas” mantienen el control de sus organizaciones.