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Antiguo 06-11-2009 , 10:53:35   #4
Juanito20
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Predeterminado Respuesta: La batalla de la luz y las sombras

MATAR AL DRAGÓN

La tipología de los ángeles y los demonios descrita no es, por supuesto, exhaustiva, pero da una idea de cómo son los ejércitos enfrentados del bien y el mal. Una primera y fundamental batalla de su guerra sin fin, con el hombre como premio, se dio en el Paraíso. Un demonio con forma de serpiente tentó a Eva para que comiera el fruto del árbol del bien y el mal. También lo comió Adán, saltándose ambos la prohibición divina. Gran victoria de ese demonio sinuoso, que logró la expulsión de Adán y Eva del Paraíso. Para los judíos escritores del Talmud, se trata de Samael, nombre con el que designaba al mismísimo Satán y que, en hebreo,gnifica “Veneno
de Dios”. En Apocalipsis 12:3-9, San Juan ve un monstruoso dragón con siete cabezas y diez cuernos y lo identifica de inmediato “con aquella antigua serpiente, que se llama Diablo y Satanás”. El dragón será, por tanto, encarnación satánica y combatir contra él se convertirá en el emblema por excelencia de la lucha del bien contra el mal. A lo largo de los siglos se repetirá este combate con distintos protagonistas. El arcángel Miguel, buen guerrero y jefe de las milicias celestiales, será el primer campeón que salte a la palestra para luchar contra la fiera. “Se trabó una batalla grande en el cielo –narra el Apocalipsis–: Miguel y sus ángeles peleaban contra el dragón, y el dragón, con sus ángeles, lidiaba contra él; pero estos fueron los más débiles y después no quedó ya para ellos ningún lugar en el cielo”.

El dragón Satán y sus ángeles fueron arrojados a la Tierra. Otro heroico luchador contra la bestia fue San Jorge. Dice Santiago de la Vorágine en La leyenda dorada que San Jorge fue un tribuno de Capadocia (Turquía) y relata que, en las proximidades de la ciudad de Silca (Libia), se encontró con una joven princesa que iba a ser entregada como alimento a un dragón. Sin arredrarse, el valeroso Jorge montó a caballo y se lanzó contra la bestia, luchando con ella hasta vencerla. Sin embargo, el combate del bien contra el mal es una lucha eterna y el diabólico dragón, símbolo inmortal, reaparece una y otra vez para hacer de las suyas. Uno de los combates más singulares que ha protagonizado la fiera fue el librado por Santa
Margarita. Cuenta la historia de esta santa que, habiendo sido encarcelada por Olibrio, prefecto de Antioquía, suplicó a Dios que le mostrara al Diablo, con el cual, como cristiana, debía medir sus fuerzas. Inmediatamente apareció en la celda un espantoso dragón que, abalanzándose sobre ella con las fauces abiertas, se la zampó. Recién aterrizada en el estómago del monstruo, Margarita se santiguó. Bastó este sagrado signo para que la diabólica criatura reventara, emergiendo de sus entrañas la santa de Antioquía sin haber sufrido daño alguno.


EL ÁNGEL DE LA GUARDA

Entre la innumerable variedad de ángeles que pueblan los cielos y la Tierra hay una categoría importantísima para los seres humanos: los ángeles de la guarda. Recurriendo a la explicación que dio Orígenes en el siglo II, “los cristianos creemos que a cada uno nos designa Dios un ángel para que nos guíe y proteja”. De ellos se habla en el Salmo 91:11: “Porque Él dará a sus propios ángeles un mandato concerniente a ti, para que te guarden en todos tus caminos”. También aparecen en el Evangelio de Mateo cuando, al hablar Jesús de la inocencia de los niños,dice: “Mirad que no despreciéis a alguno de estos pequeñitos: porque os hago saber que sus ángeles en los cielos están siempre viendo la cara de mi Padre celestial”. En resumen, el ángel de la guarda se ocupa de cada ser humano desde que nace hasta que muere, especialmente durante la infancia, sirviéndole de guía y protección. El mejor ejemplo de cómo se comporta un ángel de la guarda aparece en el bíblico Libro de Tobías, texto que ha servido para descubrir esta figura angélica. La historia narra un verdadero viaje iniciático, cargado de símbolos de conocimiento esotérico. Tobías es un joven inocente e inexperto cuyo padre, Tobit, se ha quedado ciego. Necesitado de dinero para atenderle, el joven emprende un largo viaje con objeto de cobrar una deuda en una lejana ciudad de Media. En el camino tendrá un anónimo compañero de viaje, un hombre amable que le acompaña y le aconseja. Un día se instalan a orillas del río Tigris. Cuando Tobías se introduce en las aguas para lavarse, emerge un gran pez que amenaza con devorarlo. Su acompañante lo instruye para que lo atrape y le extraiga el corazón, las agallas y el hígado y que guarde cuidadosamente estos despojos. Así lo hace Tobías y, de regreso en el hogar, siguiendo las instrucciones de su compañero de viaje, unta los ojos de su ciego padre con las agallas y la hiel del pescado. Como era de esperar, Tobit recupera la vista. Al fin, el anónimo acompañante desvela su identidad: “Soy Rafael, uno de los siete santos ángeles que tienen entrada a la gloria del Señor” (Tobías, 12:15). Los ángeles de la guarda siempre despertaron una gran devoción en los fieles. Demasiada, según la Iglesia, que veía peligrosa esa adoración de los creyentes a unos espíritus sospechosamente parecidos a los dioses familiares de los cultos paganos e incluso a los demonios utilizados como genios domésticos, tan de moda en el Renacimiento. Fue el papa Clemente X quien, en el siglo XVII, oficializó definitivamente su culto, fijando su festividad el día 2 de octubre.


LOS SIETE MAGNÍFICOS

En el último tercio del siglo XX el movimiento de la Nueva Era contribuyó de manera importante a la divulgación de la angeología y rescató los antiguos valores de estos seres espirituales en un contexto más amplio de equilibrio entre las fuerzas del bien y el mal... sin olvidar que con frecuencia el enfrentamiento entre ambas se produce en el interior de nosotros mismos. Ángeles hay muchos y todos están dispuestos a servirnos de ayuda, ya que ese fue el encargo que les hizo el Creador. Todos, pues, pueden actuar como ángeles de la guarda en un momento determinado, dependiendo de su especialidad. Los cabalistas establecieron la existencia de 72 ángeles o genios, cada uno de los cuales cuenta con su nombre, sus características y sus poderes específicos. Los estudiosos asignaron a cada figura angélica el valor de un planeta y un signo astrológico, además de asociarlas a unos minerales específicos. Toda una red de correspondencias que implica a la astrología y a los lapidarios farmacológicos. Según los angeólogos, dependiendo del día de nuestro nacimiento, uno de estos 72 genios será en concreto nuestro ángel regente y determinará ciertos aspectos de nuestro carácter. Será un aliado especial, aunque siempre podremos recurrir a cualquier otra figura angélica según cuál sea nuestro problema, ya que hay ángeles especializados en temas de amor, de dinero, de relaciones sociales, de trabajo, etc. En cualquier caso, las entidades angélicas más famosas son los arcángeles, conocidos como Los siete magníficos.

En siete los cifra, efectivamente, la Biblia, aunque solo cite a tres por su nombre: Miguel, Gabriel y Rafael. Los restantes proceden de textos cristianos apócrifos y de la literatura rabínica. Sus nombres varían de una tradición a otra, pero en general se conoce a los cuatro restantes como Sariel, Uriel, Ragüel y Remiel. Dionisio Areopagita dice que los arcángeles son los intercesores más importantes entre Dios y los seres humanos, de manera que tenerlos de nuestra parte es fundamental. Ofreceré un breve perfil de los tres más conocidos para saber en qué asuntos se les puede pedir ayuda:

Arcángel Rafael: basándose en la bíblica historia de Tobías, se le considera el jefe de los ángeles de la guarda y es el gran sanador, como demostró al curar los ojos ciegos de Tobit. A él hay que recurrir para cualquier problema de salud y ante cualquier percance que nos surja estando de viaje. Rige sobre el elemento aire, de manera que controla la furia de los huracanes y las ventiscas. Su día de la semana es el domingo y se corresponde con los signos Géminis, Libra y Acuario.

Arcángel Gabriel: fue quien anunció a María su futura concepción. La tradición le asigna la tarea de custodiar la puerta del Paraíso para que jamás vuelvan a entrar los descendientes de Adán y Eva. Gobierna los buenos sentimientos y ayuda en asuntos concernientes a desengaños amorosos y en todo lo que tiene que ver con los sentimientos afectivos. Su elemento es el agua, su día de la semana, el lunes y se corresponde con los signos Cáncer, Escorpio y Piscis.

Arcángel Miguel: es el jefe del ejército de la luz que luchó contra los ángeles sublevados para arrojarlos del cielo. Nadie como él para ayudar a quien precise fuerza y coraje ante cualquier adversidad y férrea voluntad frente a las tareas penosas. Su elemento es el fuego, de manera que controla incendios y erupciones volcánicas. El día de la semana que le corresponde es el martes y su signo, como no podía ser de otra forma, es Leo.

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"Todos los que parecen estúpidos, lo son y, además también lo son la mitad de los que no lo parecen."
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