Una vez llegó con el médico una joven muy bonita y le dice:
- Doctor tengo un gran problema, me caso la otra semana y mi novio cree que soy virgen y cuando se dé cuenta que no lo soy me matará.
- Tranquila por favor, para estos casos hay dos soluciones: una cuesta 10.00.000 y la otra 100.000
- ¿Y cuál es la diferencia doctor?
- Ninguna, ―le responde el médico.
- Entonces hágame la de 100 mil
- Pase al baño, quítese la ropa y póngase una bata.
Al salir se acuesta en una camilla con las piernas abiertas y el doctor se echa la bata encima y empieza a trabajarle. Al poco tiempo le dice:
- Señorita puede irse.
Pasado el tiempo, regresa la señorita toda bronceada y con una cara de felicidad y le dice:
- Doctor, le debo mi matrimonio. Acabo de regresar de luna de miel y todo fue un éxito, mi novio ni cuenta se dio. La noche de bodas cuando me quiso penetrar le costó como usted no se lo imagina. Hubo gritos, llanto, dolor, lágrimas y mucha sangre. Así que le traje este recuerdito doctor y le estoy muy agradecida. Antes de retirarme sáqueme de una duda doctor, ¿por qué un tratamiento era más caro que el otro?
- Fíjese señorita, ―le dice el doctor―, el tratamiento de 10 millones consistía en una cirugía reconstructiva de su virginidad. Y en el de 100 mil sólo le amarré bien los pelos.