Denunciante Constante
 |  Réquiem por Bogotá
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Necesitaron sólo seis años para acabar con Bogotá. De nada valieron la cultura ciudadana, el manejo escrupuloso del dinero, el diseño de una ciudad más amable para la mayoría… ésos eran estorbos que los administradores del Polo tenían que quitar.
Ver a Enrique Peñalosa compartiendo triunvirato con Luis Eduardo Garzón despierta un profundo sentimiento de lástima por el ex alcalde que impuso el Transmilenio, pues olvida que fue Garzón quien puso a disposición de la campaña de Samuel Moreno los recursos, la burocracia y las maquinarias parasitarias, aceitadas con el asistencialismo, para que el Polo no perdiera la alcaldía.
Ahora, paradoja fruto de la conveniencia política, Peñalosa se sienta junto al individuo que sepultó no sólo su aspiración a la alcaldía sino también a la ciudad: la palabra dignidad no existe en el diccionario político colombiano.
Curiosamente, el triunvirato, que los medios han bautizado como “los tres tenores”, no ahorra descalificaciones y señalamientos contra Samuel Moreno Rojas, cuando lo primero que deberían hacer es cuestionar a uno de sus miembros por entregarle la alcaldía a la familia del dictador Rojas Pinilla. No es honrado cuestionar al actual alcalde cuando Lucho Garzón compró la pala y abrió la fosa para enterrar a Bogotá.
En este sentido, si el triunvirato pretende obtener algo de respeto, lo primero que debería lograr es que el mediocre de Garzón reconociera su error e incluso, siguiendo el ejemplo de Antanas Mockus, permitiera que le dieran una buena paliza ritual en el Parque Nacional.
Es que Bogotá no podría estar peor: el personero distrital, Francisco Rojas Birry, no sólo ha sido acusado de enriquecimiento ilícito por sus relaciones con DMG, sino que es uno de los flamantes ex constituyentes señalado de recibir dineros del cartel de Medellín para impedir la extradición.
El ahora ex secretario de Educación Abel Rodríguez, antiguo presidente de Fecode, renunció a su cargo supuestamente por haber cumplido con su misión… ¡Mentiroso! La Contraloría Distrital lo encontró responsable de un sobrecosto de 1.300 millones de pesos en la compra del terreno para un colegio al sur de la ciudad.
La directora de la Unidad Especial de Servicios Públicos de Bogotá, Victoria Eugenia Virviescas, renunció a su cargo después de un escándalo por el manejo del contrato de administración del relleno sanitario de Doña Juana.
A la creciente percepción de inseguridad, el alcalde no le presta atención: la silla vacía de Samuel Moreno Rojas en las citaciones al Congreso ya es habitual. Sin embargo, ante la crisis de seguridad de la capital, el gobierno distrital respondió con un programa llamado 402, en el que prácticamente se le entrega el gobierno de la ciudad a un funcionario de segundo nivel: pintura de paredes, corte de césped, limpieza de ladrillos, articulación de los organismos judiciales, apoyo para jóvenes que participen y capaciten a la comunidad en política, e incluso la “gran novedad” de la sectorización de zonas denominadas de intervención especial son, entre otras, las funciones del segundón.
¿Y quién es ese funcionario? Ni más ni menos que el ex comandante de la Policía Metropolitana de Bogotá en la época de Luis Eduardo Garzón, el general Luis Gómez Heredia, el mismo sujeto que le prestó un gran servicio a las FARC al destinar las unidades de contrainteligencia de la Policía para seguir y “quemar” a dos de los oficiales del Ejército más destacados en el combate contra el terrorismo en la capital.
Gómez Heredia es el mismo que le entregó, a Gustavo Petro, la cabeza de los oficiales acusados de lo que los medios denominaron “falsos positivos”. Los militares han sido investigados hasta el cansancio, con las “pruebas” que entregó Gómez Heredia, sin ningún resultado hasta la fecha.
Del anunciado metro para Bogotá, no existe en realidad ni un milímetro: mientras Moreno sale a proclamar, de manera falaz, que todo está listo, Planeación Nacional lo rectificó informando que los aportes serán para cofinanciar la estrategia de movilidad de la Región Capital Bogotá-Cundinamarca, que podría incluir los proyectos metro, tren de cercanías, TransMilenio y SITP. Es decir, Samuel Moreno hizo anuncios sensacionalistas que no corresponden a la realidad, pues los estudios ni siquiera están concluidos.
Es más: el Departamento de Planeación Nacional advirtió que no someterá a consideración del Conpes ningún tipo de documento que respalde la financiación del metro de Bogotá si el Distrito no responde satisfactoriamente a las inconsistencias técnicas que ha encontrado ese organismo en la estrategia de movilidad, centrada en el metro, que tiene la Alcaldía de Bogotá.
Todo lo anterior es sólo un repaso somero de la negligencia burocrática del Polo Democrático Alternativo a su paso por la Alcaldía Mayor de Bogotá, aquella ciudad que Jaime Castro, Antanas Mockus y Enrique Peñalosa proyectaron al futuro, pero que un par de incompetentes destruyeron como un ejemplo claro de lo que un gobierno del Polo puede hacer en poco tiempo.
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