MUSEO CASA de ERNESTO CHE GUEVARA
Aprendimos a quererte desde la histórica altura donde el sol de tu bravura le puso un cerco a la muerte...(Carlos Puebla 1965)

Hablar de Alta Gracia implica remitirse, entre otras cosas innegables, al lugar que vio crecer a Ernesto “Che” Guevara. En esta pequeña ciudad cordobesa, se forjó el carácter del hombre que en 1959, junto con Fidel Castro y otros guerrilleros, llevaron a cabo la Revolución Cubana.
Desde sus 4 años de edad y hasta sus 16, el pequeño “Tete”- como le llamaban por aquel entonces – vivió en esta ciudad y logró mitigar los efectos del asma que tenía gracias al clima seco de la región. Pudo realizar las actividades de los niños de su edad, cultivando amistades y gozando de la libertad que tan hondo caló en el espíritu de quien fuera el “Che”.
En honor a este hombre devenido en mito, la ciudad posee un interesante museo enclavado en el lugar que una vez fue su casa. En su interior, se rinde culto a su memoria, a su vida, al niño, al joven, al amigo y a la figura universal revolucionaria.
Los invitamos a descubrir virtualmente esta casa y a sentir, a través de nuestras fotos y nuestra humilde mirada, el eco de sus pasos.

La casa


Ni bien entramos a la casa, nos encontramos con el hall que posee una serie de fotografías de las diferentes viviendas que la familia Guevara de la Serna habitó en Alta Gracia. Se exhibe un busto de Ernesto realizado por el artista plástico Luis Hourgras con la técnica del vaciado en resina plástica patinada y una gigantografía con la famosa imagen del “Che” que recorrió el mundo y que fuera tomada por Alberto Díaz Gutiérrez el 5 de marzo de 1960. Además, el recinto contiene una réplica de su firma y de su uniforme.


Su dormitorio


En la habitación contigua, sobre la derecha, se encuentra lo que fuera el dormitorio de “Ernestito”. En ella se pueden ver diferentes imágenes de su hermanos Celia y Roberto, de sus compañeros de .escuela y distintos boletines con las notas que le pusieron sus maestros. Claramente se evidencia la fuerte inclinación por lo social, ya que sus notas más destacadas se encuentran relacionadas con materias de ese carácter.
Los libros que se exhiben en esta sala son algunos de los títulos que Ernesto leía en su niñez, ya que la lectura era una de sus grandes pasiones. Desde muy pequeño sus libros preferidos no siempre fueron acordes a su edad. En su pubertad leía a Freud, Bodelaire y a sus favoritos: Salgari y Verne. Además, se puede ver una de sus primeras cartas dirigidas a su tía Beatriz, con quien mantuvo siempre una relación muy especial.

Sus padres


Al lado de su habitación, se encontraba la de sus padres. Una gigantografía de ellos con Ernestito en brazos recién nacido ocupa el lugar central de la sala. Se pueden observar baberos y un mantel pintados por Celia De la Serna (su madre) y la carta de despedida a sus padres, escrita por Ernesto en marzo de 1965.


Sus hermanos


Más fotografías familiares se riegan por todo el ambiente. En particular una de Ernesto con sus hermanos jugando a los indios y cowboys. Fotos de cumpleaños y testimonios escritos por sus amigos de la infancia.

Los espacios comunes


Por último, se puede recorrer el resto de la casa donde se encuentran objetos detacados de Ernesto, como su ajedrez, sus primeros palos de golf, una réplica de la bicicleta con la que recorrió 4000 km, y un mapa con los itinerarios realizados en sus distintos viajes.
En la cocina, el lugar donde Ernesto se refugiaba cuando sus ataques de asma no lo dejaba salir a jugar con sus amigos, se pueden encontrar las recetas que recortaba para doña Rosarito, la cocinera que lo cuidó y acompañó durante su infancia.
A lo largo de toda la casa, se encuentran distintas cartas escritas por el “Che”, dirigidas a sus hijos y a Fidel Castro. Se pueden observar cuadros con recopilaciones de su actuación en la Revolución Cubana, sus actividades diplomáticas, su función como presidente del Banco Nacional de Cuba, su captura y posterior muerte en Bolivia. Fragmento del discurso que pronuncia su hija Aleida al acompañar los restos de su padre en su último viaje a re-encontrarse con el pueblo cubano, quien lo recibe ese mismo año y erige en su honor un mausoleo en donde hoy descansan sus restos.

Seguramente se nos han escapado muchas cosas en esta pequeña descripción sobre el museo de Ernesto Guevara, pero es indudable que el objetivo de la comunidad de Alta Gracia fue alcanzado. Desde este lugar, se muestra qué fue lo que “Teté” encontró y sintió para crear la personalidad y el carácter de quien se proyectara en la historia como el “Che”.


“...Aquí se queda la clara, la entrañable transparencia, de tu querida presencia Comandante Che Guevara.”