arlos Gaviria, presidente del Polo Democrático, un partido a las que las FARC apoyan desde su nacimiento, aunque haya cambiado de nombre varias veces, se postula a la presidencia de Colombia.
Lo macabro del asunto es que a nadie parece importarle que este bribón con cara de dulce papá Noél, gustador de muchachos, es partidario del delito político. ‘Delito político’, jóvenes mamertos del Polo, es aquél que justifica el terrorismo, el genocidio, el secuestro y, en general, cualquier otra fechoría (puede incluirse el narcotráfico) si ésta ha tenido una intención política. Estos delitos “políticos” tienen castigos muy ligeros y muchísimos beneficios para quienes los cometen. Ahí tenemos el caso de los ex M19 (Petro y Navarro, entre otros) quienes fueron premiados con ministerios, noticiero de televisión, dinero en efectivo, curules en el legislativo, colegios para sus familiares, ONGs, columnas en la prensa escrita, etcétera, etcétera, etcétera.




Carlos Gaviria ha hecho muchos llamados a la rebelión a través de sus columnas en El Tiempo, pero sus ex camaradas de la Corte Suprema nunca lo han investigado. Razones tendrán.

Carlos Gaviria, para quienes sufren de amnesia, ha sido visitante frecuente de Francisco Galán, el matón del ELN a quien Piedad Córdoba llama “bizcochito”. Gaviria también intercambió cartas de admiración con alias “Raúl Reyes” comandante dado de baja por nuestro glorioso ejército nacional. Este flirteo público y descarado fue hecho a través de misivas publicadas por El Clarín, de Argentina. Allí, las FARC le daban su total respaldo al Polo Democrático, a una eventual presidencia de Carlos Gaviria, y a la candidatura de Sammy el Pinocho Moreno, quien resultó electo alcalde de Bogotá –con la ayuda de las FARC, por supuesto.

En la columna mencionada al principio de éste escrito, Carlos Gaviria prácticamente estaba dando su bendición a cualquier sicario que atentara contra Álvaro Uribe Vélez, si lo hacía con fines ‘políticos’.

El proyecto pro FARC de Carlos Gaviria no es nada nuevo. Él es un viejo apoyador de la lucha armada. En 1997 Carlos Gaviria votó favorablemente un proyecto de ley sobre delito político mediante el cual se pretendía tapar con impunidad los crímenes de las guerrillas colombianas aduciendo la intención política de estos. En la sentencia C456 de 1997, de la Corte Constitucional, que Carlos Gaviria critica duramente en sus columnas de El Tiempo, está totalmente plasmada su posición pro delito político –es decir, pro FARC-.

Por supuesto, Carlitos Gaviria dice que los delitos de las FARC son delitos políticos, pero los de los paracos no lo son. Pero no nos soslaya con su verborrea jurídica para apoyar ese punto de vista. Lástima.

Para defender la supuesta intención política y humanitaria de las guerrillas (este tipo nos cree idiotas), Gaviria insiste en que los insurgentes tienen el derecho de levantarse contra un gobierno –el de Uribe- que atenta contra la población. O, como dijo en la columna citada, contra un gobierno “transgresor habilidoso de la Carta”. Dice Gaviria que los fines altruistas de los subversivos merecen la benevolencia de las penas.

¿Quieren saber, jóvenes del Polo, por qué es el afán de Gaviria de catalogar los delitos de las guerrillas como delitos políticos...? La respuesta la publiqué hace años, y dice así, de nuevo, para curarles la amnesia que causa la dosis personal:

“De no catalogar estos delitos atroces como “delitos políticos” los afectados –que somos nosotros, la mayoría de los colombianos- podríamos recurrir a demandas ante la Corte Penal Internacional, que tiene jurisdicción suprainternacional para juzgar y condenar a estos hampones. El ELN y las FARC saben que no basta con que se les perdonen estos delitos –haciendo maromas jurídicas-, porque también estarían en peligro de ser pedidos en extradición por otro país a donde hayan llevado droga o hayan cometido otro delito. Así que, si la guerrilla (y los paramilitares, claro) consiguen que esos delitos se cataloguen como “delitos políticos” estos vergajos quedan inmunes ante la acción de organismos internacionales y de gobiernos extranjeros.

En ese proyecto de ley de 1997, que Carlos Gaviria respaldó, se muestra al guerrillero (descartando a los demás insurgentes, como las AUC) como una persona que viola la ley por razones políticas y humanitarias elevadas. El proyecto es claro en excluir a los demás grupos armados ilegales de los pretendidos beneficios; como si el descuartizamiento, el apuñalamiento o las violaciones de mujeres y niños pudieran maquillarse para hacerlos aparecer como ocasionados por “razones humanitarias elevadas”.

Nadie recuerda tampoco que Carlitos Gaviria apoyó pública y descaradamente a Ernesto Samper, el presidente que fue elegido con dineros del narcotráfico del Cartel de Cali. Cuando terminó su oscura presidencia, el bojote Samper agradeció públicamente a Carlos Gaviria su apoyo. Por eso es que hoy Ernesto Samper, presta su apoyo incondicional al Polo Democrático, por eso es que hay tantos samperistas en el gabinete de Sammy el Pinocho Moreno; por eso es que los Danielitos Samperes apoyan los reclamos de las FARC. Ahh por si no lo recuerdan tampoco, Piedad Córdoba es samperista y propolo, y pro FARC. Que es la misma cosa.

Otra cosa interesante: Carlitos Gaviria había prometido por san Mao que jamás aspiraría a la presidencia de la República. Pero un puñado de muchachitos, de esos que a él tanto le mueven el piso, lo lanzaron a la presidencia. Dice Gaviria que él se sintió “obligado a declinar su libre ejercicio al desarrollo de la personalidad” –es decir, a voltearse- y, en aras de la democracia obedecer la soberana voluntad del pueblo. ‘Pueblo’, en este caso, no suman más de 400 jovencitos que se hipnotizan con este viejito disoluto. Sin embargo, Carlitos Gaviria se rasga las vestiduras cuando millones y millones de colombianos queremos que Uribe sea presidente de Colombia por tercera vez. Es que la democracia fariana tiene sus carajaditas.

Así, pues, Carlitos Gaviria se lanza a la presidencia. Esto se pone interesante. Un candidato abiertamente pro FARC, pro asesinato político, pro secuestro y pro extorsión guerrillera pone a disposición de los colombianos la opción de que la guerrilla nos gobierne desde la presidencia. Porque ya tiene senadores elegidos…!

Y después dicen que aquí no hay garantías para la oposición.


Ricardo Puentes M.