Asi nos ven algunos columnistas del territorio colombiano. Ojalá y no los
defraudemos.
Diario EL PAIS - CALI
Mayo 12 de 2009
Sirirí
“Paisocracia”
Por MARIO FERNANDO PRADO
No cabe duda: Colombia se ‘paisanizó’. Y seguirá siendo así en los próximos
años. Si no es Uribe, será Fajardo y, a falta de éste Uribito, Noemí y
hasta Piedad e, incluso, Carlos Gaviria, mandatarios puestos e impuestos
por el país paisa.
Yo no sé, entonces, a qué tanta bronca contra esta raza que nos ha enseñado
muchas cosas a los colombianos: a trabajar, por ejemplo, a ejercer con toda
competencia la sagrada cofradía de las roscas, a trabajar unidos, a lavar
la ropa sucia en casa, a no tenerle pereza y miedo a los desafíos, a
sentirse orgullosos de lo que son, a ser bambuqueros y llorones y a ser
regionalistas.
En fin, son tantas las virtudes de los paisas que sus muchísimos defectos,
entre ellos la exageración y las mentirillas, se minimizan frente a sus
innegables realizaciones.
Pese a soportar un clima de violencia exagerado, Medellín es ciudad
ejemplar y cada vez que uno va allá le da vergüenza ajena al volver a su
terruño. Aeropuerto, metro, museos, avenidas, zonas verdes y toda una serie
de diferencias le hacen pensar a uno dónde estábamos y qué estábamos
haciendo mientras los paisas construían ciudad, cultura, progreso,
desarrollo y presidencias.
Nos quedamos pensando en chiquito, enfrascados en la politiquería regional
mezquina e inútil. Nos insultamos echándonos las culpas y nos dividimos en
una radicalización casi irreconciliable: perdimos poder en Bogotá y el poco
que nos queda, hélo ahí, ahogándose lentamente.
Y, además, los paisas no son sólo los de Antioquia. Vaya y mire lo que es
Manizales, con su cultura y su decoro. O sino Pereira y Armenia, que
respiran prosperidad. O el Eje Cafetero, que de un cuento hizo una
industria turística. O el mismo norte del Valle, que es más paisa que
vallecaucano.
En días pasados, valga el ejemplo, llevé mi ‘pichirilo’ a lavar. Eran las
5:00 de la tarde y el administrador me dijo que ya no había turno y que
todos los muchachos se estaban alistando para irse. Apareció, entonces, un
paisa al que le dicen Juanes. “Preste pa’ acá patrón yo se lo dejo como una
uva”, me dijo. Y el paisita, que ya se había cambiado, se puso de nuevo el
overol, lavó el carrito y a las 6:00 de la tarde lo entregó. Se ganó la
lavada y la propina, mientras sus compañeros del lavadero estaban jugando
parqués.
Un ejemplo aislado y tonto, seguramente, pero descriptivo del tesón y el
temple de una raza que está manejando este país, desde las empresas
emblemáticas y la misma economía, hasta la política y el Parlamento.
En tanto, no hacemos más que quejarnos, denunciar, señalar y esperar lo que
buenamente nos pueda dar el Estado.
Unos buenos sementales paisas sí que nos servirían, sobre todo en la costa
Pacífica, para cambiar la perezapor la acción, la desidia por el perrenque y la fatiga por la Berraquera