“Al Infierno no lo conoció Dante, lo conocieron los habitantes de Bojayá aquel 2 de mayo”.



El nuevo Bellavista, cabecera municipal de Bojayá, en las selvas del Atrato Medio chocoano, muestra la capacidad de asimilación y de crecimiento frente al dolor que tenemos los colombianos.

El ataque de las FARC contra un grupo de paramilitares, que se refugiaba en Bellavista y que concluyó con la muerte de 119 personas, cercenó también la vida del pueblo.

Tras la masacre muchos optaron por abandonar Bellavista, pero para quienes se quedaron ha sido un resurgir de la vida tras el horror que soportaron.

Por iniciativa del gobierno, el viejo Bellavista, donde ocurrió la tragedia, fue abandonado y ahora solo se ven algunos restos de casas de madera que empiezan a ser devoradas por la selva como para borrar todo recuerdo de la ignominia que allí se vivió.

Unos kilómetros más adelante, sobre una pequeña colina, se levanta el nuevo Bellavista: un pueblo nuevo que es un canto a la vida, un milagro en medio de la selva.

Aunque con alguna demora el gobierno nacional le cumplió a los bojayaceños y les ha hecho entrega de un pueblo inimaginable en medio de la selva.

Bellavista es ahora una localidad con 265 casas de material de 70 metros cuadrados, más patio, que quisiera tener cualquier proyecto de interés social de nuestras ciudades capitales.

A través del río Atrato, esa gran autopista del Chocó, han llegado los materiales para levantar colegios y escuelas, puestos de salud, hogares de bienestar, malecón, parques infantiles, casa de la música, acueducto, energía eléctrica y pronto una sala de Internet y televisión por cable para unir esta rincón de Colombia con el mundo.

Las familias que no abandonaron su pueblo en los momentos más álgidos de la violencia, se declaran satisfechas con el nuevo Bellavista y confiesan que por la demora en la ejecución de las obras, hubo momentos en que dudaron de las promesas presidenciales.


Un videito...

http://www.youtube.com/watch?v=PT22zDQBQyY