Denunciante Nuevo
 |  A 10 años de la revolución bolivariana
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 | Venezuela hoy, después de 10 años de revolución bolivariana, cuenta con los estándares de desarrollo social más altos de la región latinoamericana, solo superada por la revolución cubana, y camina segura hacia una total soberanía alimentaria, industrial, tecnológica y política, dando ejemplo y marcando el paso para todos los partidos, movimientos y gobiernos progresistas que buscan alcanzar las mismas metas. Ha superado ampliamente, y con mucho de anticipación, las metas en materia de lucha contra la pobreza y por los derechos económicos y sociales definidas por la agenda de la ONU, algo que, para nuestra mayor pesadumbre, no podemos decir que sucede en nuestros país, donde la tendencia es negativa en grado directamente proporcional a las medidas económicas de corte neoliberal impulsadas por el actual gobierno de clase, que promueve una “seguridad democrática” que, hasta ahora, lo único que ha asegurado es el hambre, la exclusión, las ejecuciones extrajudiciales y las grandes ganancias de capitalistas foráneos y criollos, y en especial del capital especulativo, imperio ficticio de capital que actualmente lanza al conjunto de la humanidad por el precipicio de la crisis económica más grande y profunda de toda la historia.
Pero además de asegurar un amplio conjunto de derechos económicos y sociales, base material y necesaria para el cumplimiento de una real agenda en materia de derechos humanos, el gobierno bolivariano ha generado procesos de transformación de las formas de poder político, que aseguran la continuidad y profundización de la revolución y, sobre todo, que esos procesos de cambio serán llevados a cabo directamente por el pueblo organizado y con poder político real. Que se hayan hecho tan grandes reformas en materia económica y social no sería sustancialmente valioso si, a la par, no se estuviesen impulsando estos procesos de organización del poder popular, si el Estado no estuviera abriendo el espacio para el poder directo del pueblo organizado en consejos obreros, sindicatos, movimientos sociales, comunas, cooperativas, el control obrero sobre la producción, la socialización de las tierras otrora en manos de grandes terratenientes, y demás formas en las cuales el poder es realmente y de hecho poder popular, y no una mera caricatura de democracia.
Todo esto nos llena de regocijo y esperanza en que, no solo otro mundo es posible, sino que, de hecho, ya está siendo construido, lentamente, pero de manera progresiva y con firme convicción; y, por una de esas felices justicias de la historia, está siendo construido por los pueblos históricamente mas humillados y ofendidos, los pueblos del sur, a quienes la historia recompensa con una oportunidad que el sistema colonial durante siglos nos negó, una oportunidades de ser libres e iguales. Entendemos que sólo por esta vía, o estas múltiples vías a la izquierda, es posible asegurar que aquella declaración que la humanidad le arranco a la barbarie en 1948, la declaración universal de los derechos humanos, sea algo más que tinta derramada sobre el papel: la posibilidad de que sea realmente la condición de existencia de los miles de millones de seres humanos que habitamos esta casa que es la tierra y este valle de lagrimas que hasta ahora ha sido Colombia.
El grupo de trabajo estudiantil en derechos humanos CONTRACORRIENTE felicita, con sincero entusiasmo y profunda alegría, al pueblo de Venezuela, al PSUV y al presidente de la república bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez, por el contundente triunfo obtenido en los comicios por la enmienda constitucional celebrados el 15 de febrero del presente año. Este triunfo, marcado por una abrumadora mayoría y por un porcentaje de participación electoral envidiable, no solo en las “democracias” de América Latina, sino de todo el mundo, es una clara manifestación de la aceptación, el respaldo y la organización del conjunto de la fuerzas progresistas de Venezuela en pos de la transformación social y la victoria de la unidad de los pueblos latinoamericanos.
Aquello de que hablaron los estudiantes de la universidad de Córdoba en 1918, de que se acercaba la hora americana, empieza a hacerse una feliz realidad para los pueblos al sur del rio bravo. Estamos pisando esa hora americana, y creemos no equivocarnos al decir que Venezuela constituye, hoy, la luz al final del túnel por el que deben transitar y transitan los pueblos latinoamericanos camino de su emancipación social y política.
Venezuela ha abierto la vía. Es nuestro deber y obligación comenzar el lento transito por ella hacia la paz con justicia social. La historia sabrá reconocerle al pueblo venezolano, y a su digno presidente, la gran deuda que con ese bravo y heroico pueblo tenemos todos los latinoamericanos y ciudadanos del mundo.
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