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Kaffeetrinker 2 10 verdades sobre sexo anal Calificación: de 5,00

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Aunque poco se hable públicamente del asunto, el sexo anal es una de las fantasías sexuales por excelencia, tanto para hombres como para mujeres. Sin embargo -y justamente porque poco se habla- siguen existiendo muchos mitos alrededor de esta práctica, mitos que es bueno desarticular:
1. No a todo el mundo le gusta: El Marques de Sade afirma que una vez probadas las delicias del sexo anal, cualquier otra posibilidad parecerá poca cosa. Falso. Tal vez hacía una generalización desde sus preferencias personales. Lo cierto es que, como en todo lo que tiene que ver son sexo, hay personas que gustan de esta variante y otras a las que sencillamente jamás se les pasaría por la cabeza.
2. Todos tenemos ano: de manera que en asuntos de sexo anal, tanto hombres como mujeres podemos ser activos o pasivos. Aunque sólo los hombres están dotados con un pene natural, las mujeres bien pueden valerse de dildos artificiales o, en su defecto, los mismos dedos que también suelen utilizar ellos.
3. No se pierde la virilidad al ser penetrado: como no se pierde al ser afectuosos, al limpiar el baño o al cambiar pañales. La identidad masculina se construye por voluntad, afirmándose en valores del tipo de masculinidad que se ha elegido. Ninguna práctica sexual nos hace más o menos hombres, ni más o menos mujeres.
4. Sí, duele: al menos al comienzo. Perder la virginidad trasera, puede ser tanto o más doloroso que la clásica. Así que no caigan en el discurso fácil -intentando convencer a la pareja- según el cual "no lo vas a sentir" o "será una caricia encantadora", porque no es cierto (y menos se dejen enredar con ese cuento). ¿Que puede resultar un dolor placentero? Si, puede. Pero dolor no deja de ser.
5. El placer está en la cabeza: Como bien se sabe, el principal órgano erótico es nuestro cerebro, así que el placer o displacer que genere el sexo anal está directamente asociado a la concepción que tenemos de él y a las fantasías que podemos crear en torno suyo. Lo que gusta -o a-, entonces, no es tanto la sensación física por sí misma, sino las ideas asociadas a la práctica: estar haciendo algo "sucio", "contra-natura" o "prohibido"; la sensación de entregarse por completo o recibir esa entrega.
6. Se va a untar, no lo dude: por el recto salen nuestras heces fecales y por más lavados que se haga quien juega de pasivo en el sexo anal, existe un altísimo porcentaje de probabilidad de que algo quede impregnado en la parte del cuerpo o el juguete que le penetra. Si su tolerancia a este tipo de materiales es más alta que su deseo por explorar esta variante sexual, mejor no lo intente.
7. Una cosa o la otra: no una y después la otra, al menos no sin cambiar de preservativo o lavar el pene, los dedos o el consolador, según sea el caso. Si después de penetrar analmente se pasa de inmediato a la penetración vaginal, existe un alto riesgo de una infección, justamente por el paso de la materia que se mencionó en literal anterior, desde el ano hasta la vagina. Mejor cuidarse en salud.

8. Sin lubricante, sólo para los senseis: Toda la bibliografía recomienda el uso de lubricantes para los encuentros sexuales, especialmente para los anales, dado que este conducto no lubrica por sí solo como la vagina. Sin embargo, muchas parejas, a fuerza de práctica, logran hacerlo sin recurrir a estas ayudas. Pero ojo: es la práctica la que lo permite, y aún así, siempre será necesaria alguna lubricación, sea trayendo fluidos desde la vagina (si es una mujer quien será penetrada) o valiéndose de la saliva. Para principiantes, mejor pasar antes por la farmacia.
9. Despacito, que no hay afán: y si lo hay, mejor deje el sexo anal para otra ocasión. Quitarse la ropa y buscar de inmediato el conducto anal, para sumergir en él un falo erecto, en menos de dos segundos, está bien para las películas porno, pero no funciona en la vida real. Hay que estar muy excitado para disfrutarlo, y eso toma tiempo. Vayan con calma.
10. Sin presiones: lo cual nos lleva de vuelta al literal No. 1: no a todo el mundo le parece atractiva la idea del sexo anal. Si su pareja no le encuentra ningún encanto, mejor cambie de fantasía -o de pareja- en vez de comenzar con un rosario de súplicas que no llevan a ninguna parte o que conducen, a lo sumo, a una aceptación de mala gana que desembocará, obviamente, en un polvo poco atractivo, porque nada peor que hacer algo con quien en realidad no tiene deseos de hacerlo.

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