No lo digo yo, lo dice la santa iglesia catolica, apostolica y romana, terreno fertil y pululante de pedofilos consagrados, pero algunos con algo de cerebro.
Febrero 22:
Cátedra de San Pedro, Apóstol
Decano de la prensa en Colombia.
Fundado en 1849
Edición N° 3469 Décima Etapa. (Distribución gratuita con el periódico El Espectador en Bogotá)
Órgano oficial de la Arquidiócesis de Bogotá.
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A
nálisis
No todo lo que aterra es terrorismo [email protected]
Mario Madrid-Malo Garizábal
Abogado y Profesor universitario
P
or lo demás, en las situaciones de carácter bélico es muy común que las
partes en conflicto se acusen mu-tuamente de practicar el terrorismo, poniendo así el término al servicio de sus intereses propagandísticos. El 8 de junio de 1993, en comunicación dirigida al Senado de la República, el entonces Defensor del Pueblo, Jaime CórdobaTriviño, precisó: “No todo lo violento es terrorista. No todo lo que aterra es terrorismo. (…)
El terrorismo es el empleo de la violencia con el propósito específicode
causar terror…” Estas palabras del colombiano estaban en perfecta sintonía con la doctrina del Comité Internacionalde la Cruz Roja (CICR) sobre la presencia del terror en los conflictos armados. En sus comentarios a los Protocolos adicionales a los Convenios de Ginebra el CICR ha dejado en claro que los “actos de terrorismo” prohibidos por el derecho humanitario son “los actos de violencia que, sin presentar un valor militar importante, tiene como principal objetivo sembrar el terror en la Ombudsman población civil”.
De la doctrina de la Cruz Roja surgen las siguientes conclusiones en lo que se refiere al ámbito de aplicación del derecho internacional humanitario:
1ª) Los ataques (actos de fuerza contra el adversario) están permitidos aunque con ellos se busque aterrorizar a personas que participan de modo directo o activo en las hostilidades (personas llamadas “combatientes” en los conflictos decarácter internacional).
2ª) Sólo procede hablar de acto de terrorismo cuando con una acción armada se afectó de manera intencional a personas civiles, o a personas que tras haber combatido se rindieron o quedaron fuera de combate.
3ª) Nopueden considerarse como actos de terrorismo, aun si causan terror entre los civiles de los lugares cercanos, los ataques contra objetivos militares concretos. (“Todo ataque es susceptible de aterrorizar a la población civil”, advierte el CICR).
4ª) El acto de terrorismo no debe confundirse con otras conductas atroces e injustificables también prohibidas por el derecho humanitario, como la toma de rehenes, la perfidia, o el empleo de medios de combate cuyo efecto sea imposible limitar.
En el conflicto armado colombiano se perpetran actos de terrorismo cuyos autores son miembros de los grupos guerrilleros. Esto nadie puede negarlo. Sin embargo, es de reconocer que en muchas ocasiones la propaganda gubernamental presenta como terroristas acciones no consideradas así por las normas de Ginebra (vgr. los homicidios encombate).
El subdesarrollo moral de quienes mandan y obedecen dentro de las filas de las FARC ha quedado patente con las “pruebas de supervivencia” (más exacto es llamarlas “pruebas de iniquidad”) entregadas por doña Consuelo de Perdomo a los parientes de algunas de sus víctimas. Pero la bárbara crueldad de la guerrilla no exime al Estado colombiano de su obligación de ajustarse a las pautas del derecho internacional humanitario para examinar, valorar, juzgar y sancionar las conductas de los integrantes del bando adverso.
En Colombia, como ha sucedido en otros países asolados por la guerra, la palabra “terrorismo” se está empleando sin precisión ni claridad. En ello hay un peligro latente para la seguridad jurídica de todos los ciudadanos.
fuente: www.elcatolicismo.com.co - busca: Edición 3469