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Antiguo 14-07-2007 , 16:35:43   #35
Pipe Sanmiguel
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III

La pregunta sigue en pie entonces: ¿qué hacer con la contrarrevolución?, ¿cómo manejarse? Si es cierto que de momento hay cierta concertación con algunos sectores de capital nacional, ¿hasta dónde llega eso? La hipótesis que "mejor tenerlos de amigos que de enemigos" es válida relativamente. El capital busca hacer negocios, y punto. Si la coyuntura le permite ir de la mano un cierto trecho con el bolivarianismo haciendo sus negocios, irá; pero eso no es el fin perseguido por una revolución socialista. ¿No se estará jugando con fuego entonces? ¿Puede centrarse todo el proceso en la capacidad de maniobra de un líder de innegable talla gigantesca como Chávez?
Se podría decir que hay debilidad en la perspectiva política de esta revolución, pero quizá podemos pensar que, en todo caso, hay una inteligente y pragmática forma de conducir el proceso. Hoy por hoy, en un mundo donde todavía son rarezas el levantar voces disidentes contra el gran capital empezando a salir de los peores años de planes neoliberales que todavía inundan el globo, sin dudas Venezuela está dando un ejemplo. Ojalá sean cada vez más los que sigan este ejemplo de dignidad, de soberanía; ojalá lo que aquí está sucediendo sea una fuente de inspiración cada vez más rica para más pueblos. Pero quizá el proceso bolivariano, este nuevo modelo que se está intentando construir, no está aún en condiciones –¿no quiere o no puede?– de confiscar empresas privadas o de fusilar algún Nicolás II. Es más: ¿sería útil, dada la coyuntura internacional actual, fusilar a alguien? (en sentido figurado, claro está). ¿Es posible repetir un barco cargado de "marielitos" el día de hoy?
Cuba tiene la contrarrevolución fuera de su territorio, en Miami; Venezuela la tiene dentro, incluso ocupando muchos resortes claves de poder, con capitales en la mano, con medios de información, con intelectuales orgánicos influyendo en la cultura cotidiana. ¿Es mejor tener la "gusanera" dentro o fuera del propio país? Fuera, al menos, está más claro dónde está parado el enemigo; dentro se puede camuflar mejor. Y mucho de eso es lo que sucede con la Revolución Bolivariana. De todos modos, la realidad política no se escoge. Está ahí, y es en función de ella como se debe actuar.
De momento "el látigo de la contrarrevolución" más que quitar a Chávez de en medio o forzar a endulzar la revolución, a tornarla más "suavecita y bien portada", más que eso fue haciéndola radicalizar. Los momentos claves de la misma, cuando se avanzó sobre el petróleo o cuando se tocó un medio de comunicación bastión e ícono de la derecha, la reacción fue enorme: golpe de Estado en el 2002 y golpe de estado mediático internacional ahora, en el 2007, con la finalización de la licencia de Radio Caracas Televisión.
No es descartable pensar que el imperialismo, repitiendo lo que tantas veces ha hecho (recordemos, por dar algún ejemplo, Noriega en Panamá, o Hussein en Irak) está preparando las condiciones para una futura intervención militar: Chávez está siendo colocado como el "autócrata despiadado que cierra canales de televisión y coarta libertades civiles armándose de submarinos rusos", con lo que se sientan las bases para una acción en nombre de la libertad y la democracia (léase: ataque y recuperación de los pozos petroleros), tal como se hizo en esos países arriba mencionados denigrando primeramente sus mandatarios para abrir las puertas de la intervención directa. Sabiendo que ese escenario es altamente probable, ¿qué conviene hacer?
Desde posiciones radicales todo el proceso bolivariano puede verse como algo "débil", "lento", falto aún de la profundidad que pedían los clásicos. ¿Pero estamos seguros que es lo más conducente esa dictadura del proletariado que fusile contrarrevolucionarios? ¿No hay ahí aún una revisión crítica pendiente?
La mejor defensa es un buen ataque, de esto no hay dudas. Ahora bien: ¿contra quién avanzar? ¿Contra la aristocracia nacional, contra la clase media desorientada y manipulada por la prensa sensacionalista de derecha, contra el imperialismo rapaz? ¿O contra la misma contrarrevolución enquistada en el proceso revolucionario, es decir: contra el burocratismo, la corrupción y la ineficiencia que aún signan muy buena parte de lo que se está haciendo? Son varios los frentes, y todos igualmente importantes.
Definitivamente, con mayor o menor éxito, en todos ellos se está trabajando. Hoy día, como producto del aprendizaje y del crecimiento de la revolución, vemos que algunos puntales básicos están siendo bien implementados: la participación popular y el poder desde abajo crecen –reservas militares incluidas–, y las fuerzas armadas mayoritariamente están con el proceso –garantía que no tuvo, por ejemplo, Salvador Allende en Chile, y por lo cual pudo ser removido con el cruento golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973–. Por otro lado, el fenomenal esfuerzo diplomático de Chávez ha impedido que se aislara al país y se lo pudiera manipular ante la comunidad internacional como hizo el imperio en su momento con Cuba. Vemos también que ante cada golpe de la contrarrevolución surgen respuestas creativas, inteligentes, que en todo caso sirven para ahondar el proceso. ¿Pero qué pasaría si, por ejemplo, la reacción logra concretar el magnicidio? ¿Está ya preparada la Revolución Bolivariana para asumir ese reto? ¿Es sostenible indefinidamente en el tiempo esta duplicidad de ministerios y misiones sociales? ¿Qué política comunicacional se está desarrollando a nivel internacional para frenar la prédica "antichavista" que inunda los medios hacedores de opinión pública global? ¿Hay un verdadero combate a muerte contra la burocracia, la corrupción y la ineficiencia en el seno del gobierno y de la sociedad en su conjunto o aún predominan los viejos valores?
Sin dudas sería mucho más cómodo presentar un listado de tareas por cumplir para saber de qué manera enfrentar la reacción, y asunto arreglado. Pero las cosas son bastante más complejas. Nada hay escrito en piedra al respecto; sólo es seguro que la reacción está presente, y conforme se profundice la revolución se hará más patente, más cruel y sanguinaria. Quizá, sólo como modesto aporte a la discusión, las preguntas arriba formuladas pueden ser una referencia para tratar de precisar los pasos. Pero teniendo claro que en estos casos, quizá como en todos, sólo echando a perder se aprende. El riesgo es que lo que está en juego son proyectos sociales con vidas humanas. Por eso es fundamental el principio de la autocrítica permanente, que quizá no evite errores, pero que sí permitirá aprender de ellos.

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