Respuesta: El país político se insulta en redes sociales y los jefes paramilitares y guerrillos se d ¿Polarización o campaña electoral? No hay que ser un genio para saber que el camino del diálogo es el más adecuado para resolver los conflictos. Pero en Colombia la guerra había creado un verdadero corto-circuito entre muchos sectores que se han tratado por décadas como enemigos y pocas veces se han escuchado. El fin del conflicto está permitiendo por primera vez un diálogo realmente civilizado, lo que sin duda puede crear un clima de concordia inédito. Ahora, el diálogo es el primer paso de un proceso de reconciliación que será complejo, lento y al que le asoman muchos peligros. El primero de ellos son las elecciones que por naturaleza tienden a dividir a la gente en las regiones. En esta coyuntura es aún más inquietante dado que el caballo de batalla sobre el que cabalgan los políticos, en búsqueda de réditos electorales, es el acuerdo de paz. La estrategia de polarizar alrededor de ellos, de incentivar miedos y desconfianzas da votos como se demostró en el plebiscito, y algo similar se puede reflejar en estos meses. Un segundo desafío proviene de la necesidad de acelerar la implementación del acuerdo de paz en las regiones. Los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial han generado todo tipo de expectativas, así como los programas de sustitución de cultivos y lo relativo a la formalización de la tierra. Si el Estado se enreda al ejecutarlos, la desconfianza, que es el principal obstáculo para construir la paz, tenderá a crecer. En tercer lugar es importante que el proceso de justicia transicional, con su carga de verdad y reparación, sirva en las regiones como un hilo para suturar heridas y no como un bisturí para mantenerlas abiertas. Una cacería de brujas, o convertir la Justicia en otro campo de batalla, con ganadores y vencedores, sería el mayor riesgo para la incipiente marea de entendimiento. Finalmente, el gobierno y el Estado tendrán en algún momento que darle un canal institucional a estos esfuerzos locales de construcción de paz. Eso requiere un liderazgo. Hasta ahora, el vicepresidente Óscar Naranjo se ha dedicado a generar confianza y establecer un diálogo abierto. Sin embargo, se necesita aún más liderazgo del gobierno nacional. “Todo esto debe desembocar en un fortalecimiento del Estado y las instituciones”, dice monseñor Henao. Tal como escribió el padre De Roux en su columna de esta semana, a propósito de la reunión entre los jefes de las Farc y los exjefes de las AUC, las personas cambian. La página de la guerra, que unos y otros escribieron con sangre, le está dando paso a una página aún en blanco: la de la reconciliación. |