En teoría es cierto y en otro país sería recomendable, pero en Colombia, un país corrupto por excelencia, donde la cultura del "todo se vale" es la regla, esta talanquera debe mantenerse. Ojo, presidente Santos, muchos colombianos lo apoyamos para que saque adelante el proceso de paz y siente las bases para que este país inequitativo y excluyente entre en la modernidad, pero no olvidamos que pertenece a la misma clase política de su adversario tenebroso, responsable de que este país apenas pugne por salir del siglo XIX.

Aparte de eso, su gesto no se debe a un acto de realidad política sino a abonar el camino para que la Unidad Nacional triunfe en las próximas elecciones regionales. En otras palabras, hay que alinear alcaldes para quitarle votos a Uribe que anda en las mismas, aliándose hasta con el nido de la perra con tal de conseguir el poder que le permita defender los intereses de su casta.

Como toda la política tradicional, hay que defender con zancadillas y colmillos su derecho a seguir mamando de las arcas públicas. Los sapos que hay que tragarse para que se le abra la puerta a la llegada de nuevas fuerzas democráticas que reemplacen a los extremistas de uno y otro lado y a la élite que hizo posible su existencia.