Resulta curioso como se le resta mérito a los éxitos de la selección femenina de fútbol, pese al proyecto que con los naturales tropiezos ha conseguido darle brillo al deporte femenino. Ahora, con una misoginia sorprendente, en vez de aplaudir sus logros, los comentarios sólo arrojan adjetivos displicentes.

Una cita regional en la que terminaron invictas ya que en el cuadrangular final le ganaron al país anfitrión, Ecuador (2-1), y empataron con Argentina y Brasil, aparte de haber ganado sus encuentros de la primera fase, con lo cual tienen cupo para los olímpicos y el mundial. Quedaron en segundo lugar porque Brasil venció a Argentina.

Enfrentar a Brasil en un reto muy grande ya que allí hay una liga profesional con un nivel bastante bueno, mientras en Colombia sólo hay ligas aficionadas, por lo que las colombianas deben irse en su mayoría a Estados Unidos a jugar en torneos universitarios, salvo Yoreli Rincón que ha jugado en Europa y Brasil en la categoría profesional.

Pese a sus limitaciones de alta competencia, como sería que jugaran en Europa, el proceso que viene de varios años atrás las ha puesto en lugar de privilegio en la región y ya en un Mundial quedaron en un estupendo cuarto lugar. Ha habido fracasos, es cierto, y dolorosos por la dedicación que le han puesto a su trabajo, pero tienen también muchos logros como este estupendo subcampeonato en la Copa América 2014.

Lo de chicas "superpoderosas" se les puso en su momento recordando la serie animada estadounidense del mismo nombre en que los experimentos de un científico crearon a tres chicas (Bombón, Burbuja y Belllota) que luchan contra el mal. Eso es todo. Y de ahí quedó como un apelativo cariñoso para unas deportistas que luchan contra las carencias del fútbol femenino en nuestro medio que aún se encuentra en un nivel muy atrasado con respecto a otros países de la región.