El Basilea es como el chupete para el niño que está llorando porque no lo dejan salir a jugar. El Madrid arrolló en el primer tiempo y en pasajes del partido se divirtió, jugó a placer, con pases de profundidad, galopadas, centros mortíferos, recuperación, manejo del balón, todo lo que le permitía un equipo valiente pero ingenuo, que, sin embargo, en el segundo tiempo se atrevió a poner la cara, e hizo dos centros que pasaron al frente de Casillas sin que la zaga madrileña reaccionara, y sin que ningún suizo estuviera allí para rematar. Esto no lo perdona un equipo de más calibre.

¿James? Ahí se va acomodando. se le nota con más confianza, con ganas de integrarse. Chispazos que muestran la calidad que los colombianos sabemos que tiene, esa dosis de talento que en el Madrid exhibe a cuentagotas, quizás porque le ha costado acostumbrarse a estar rodeado de estrellas... y egos. Aparte de las jugadas que se detallan, un pase a Bale en el segundo tiempo que marró el galés, hubiera sido un señor golazo.

Hay que quitarle la manía de desprenderse del balón a la centésima de segundo de haberlo recibido, muchas veces hacia atrás sin motivo aparente más que deshacerse sin ton ni son del esférico. Pero cuando hace la pausa y mira el partido, emerge el mejor James, se asocia, se desmarca, da pases que hacen daño, ordena, da amagos de convertirse en líder.

Hay que aplaudir la confianza que le tiene Ancelotti, terco como él solo, como lo demostró en la temporada pasada. Se casa con una alineación y a ella le dedica todos sus esfuerzos. Ya hemos visto que su paciencia da resultados como el voto de confianza a Iker, o al propio James y estos partidos son bienvenidos. Rivales débiles que sirven para que el equipo termine de integrarse, para que Kross y James se aclimaten y de los chispazos pasen a la regularidad.

En el Madrid no basta ser bueno, hay que demostrarlo todo el tiempo. El que parpadea, se hunde. ¿Un ejemplo? Illaramendi, convertido hoy en un fantasma. Igual Isco, un estupendo jugador, pero que no encuentra acomodo en el plan de Ancelotti. Para fortuna de James, Ancelotti lo apoya como no se creía y con pinceladas como las de hoy, le devuelve el favor.

El Madrid tiene cuatro días para gozar este triunfo que apenas es un sorbo de agua para pasar la amargura de la Liga. El tormento regresa el sábado con la Liga española. Un nuevo examen. esta vez el Deportivo La Coruña es otra piedra en el camino. No hace mucho hizo de su estadio un territorio inexpugnable para los merengues y el propio Ancelotti sufrió un descalabro mayúsculo en 2004 cuando dirigía al Milan, cayendo 4-0 en juego de Champion, con eliminación incluida.

Son otros tiempos, pero el Deportivo quiere reeditar lo que en su momento se llamó el maleficio de Raizor, un estadio que no le trae buenos recuerdos a los blancos. El Deportivo no es el Basilea y apuestan por seguir amargándole la vida a Ancelotti. Hay que estar pendientes.