En la alcoba conyugal, la sensual esposa recibe al marido diciéndole:
— Desabrocha mi blusa y déjala sobre la cama…
— Sí, mi amor…
— Ahora el brasier, y déjalo en la silla…
— Claro mi vida…
— Deja mi falda en el closet.
— Bueno cariño…
— Ahora mis cal-zo-nes tíralos al suelo.
— Ya está corazón…
— ¡Y que sea la última vez que te pones mi ropa, mari-cón!