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Antiguo 15-10-2013 , 22:12:56   #3
Lord Mago
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Predeterminado Respuesta: Para leer, reflexionar y sacar conclusiones: PENA MÁXIMA, UN JUICIO AL FUTBOL COLOMBIANO.

CAPÍTULO I.

Fueron tantos los gritos, y tantas las luces, que la frase quedó enterrada. Apenas unos cuantos la escucharon. Pero la archivaron, la guardaron sin siquiera prestarle atención. Y la abandonaron once meses. Cuando se acordaron de rescatarla ya no fue necesaria. La historia acababa de confirmar lo que aquellas cinco palabras de Hernán Darío Gómez habían presagiado. La historia. O el destino, o los vicios, o los malos manejos. O las fuerzas oscuras, o la brujería, o la envidia. O todo ello junto. La historia… Fue en una noche de invierno cuando todo empezó. Buenos Aires era un tango de Santos Discépolo y el estadio de River una ironía. En un vestuario, Colombia celebraba sin frenos un triunfo mentiroso. En el otro, Argentina empezaba a tocar fondo. De pronto, Hernán Darío Gómez soltó su opinión: “Ahora sí nos jodimos, Pacho”. La expresó con rabia. Con miedo también. Pero no encontró un interlocutor, alguien que pensara como él en aquel instante caliente. Entonces comprendió que debía ir a celebrar, debía esconder con su alegría la realidad, como todos los demás. Y la escondió. Escondió esa realidad que él acababa de presentir por conocer tanto a los colombianos. E intuyó que jamás iba a salir a la superficie. “Ahora nos van a obligar, nos van a exigir que ganemos el Campeonato del Mundo”, dijo luego. Como antes, pocos lo oyeron. Alguien alcanzó a decirle que era un “aguafiestas”. Él sonrió y dejó las cosas así. “Para qué llevarle la contraria a todo el país”, murmuró.

Ese día, 5 de septi embre de 1993, Colombia clasificó al Mundial de Estados Unidos al obtener el primer lugar del Grupo A suramericano. Pero aquel 5-0 con el que los colombianos vencieron a Argentina en el Monumental de Buenos Aires fue mucho más que una simple victoria. Fue el principio del fin, aunque por ese entonces muchos pensaran que había sido la gloria. Fue la locura de un pueblo que nunca había sentido una alegría similar. Fue el desbordamiento colectivo, el odio transformado en agresión -en Bogotá, esa noche hubo más de 100 muertos-, la ilusión del que nada ha tenido y de repente se encuentra en el cielo. Fue, en últimas, el reflejo de un país atormentado que, con una gota de licor, pierde la razón.

El licor fue el fútbol, otra vez. Y el fútbol fue la mentira, otra vez. Desde aquel día, Colombia empezó a construir una ilusión. Con el tiempo esa ilusión se volvió obligación. El 5-0 de Buenos Aires dejó de ser un resultado importante, el más importante de la historia si se quiere, para pasar a convenirse en un título.

“La historia no se cambia de un día para otro, en 90 minutos”, había dicho Diego Armando Maradona. Sin embargo, para muchos -Edgar Perea, William Vinasco, Guillermo Montoya, entre otros, e infinidad de sus oyentes-, la historia sí se cambió con el S-0. Un result do, en realidad nada más que eso, hizo que Colombia fuera cinco veces más que Argentina. Por ese resultado Colombia se subió al pedestal de los favoritos.

Por ese resultado los errores se taparon, las cualidades se agrandaron, las verdades se ocultaron. El mundo al revés, una y otra vez. El 4 de septiembre, 24 horas antes del juego ante los argentinos, por el Caesar Park de Buenos Aires desfilaban innumerables personajes. Unos iban a pedirles autógrafos a los jugadores colombianos, otros a saludar, simplemente a saludar. Y otros, a buscar. Esa noche, hacia las diez, Faustino Asprilla y Freddy Rincón invitaron a dos colombianas a sus habitaciones. Disimuladamente, firmaron la hoja de autógrafos y enseguida colocaron el número de sus habitaciones. La clave era que las mujeres dieran vueltas por el Lobby media hora y que después subieran. Nunca lo hicieron, pero la intención de los futbolistas estaba ahí.

Si alguna otra subió es difícil comprobarlo. Pero allí hubo una norma incumplida. Una mínima dosis de disciplina quebrada. No importó. Y no importó por la victoria del día siguiente, por esa alegría que engañó a tantos, por esa euforia que relajó lineamientos de conducta. Es bien sabido, cuando las reglas se rompen, la autoridad empieza a ceder. En Barranquilla, durante los juegos de preparación, el Hotel Dann, sede del equipo, era un ir y venir de gente. Periodistas, políticos, aficionados, parientes, directivos, curiosos, mujeres de diversa índole… Las puertas estaban abiertas para el que quisiera ingresar. Y los jugadores estaban a la orden del día. Pero nadie dijo nada.

Tampoco por lo de Bueno Aires. Sencillamente porque se ganó, y, cuando se gana, los errores ya no lo son. En el informe que Francisco Maturana le entregó a la Federación Colombiana de Fútbol después del Mundial, el técnico dijo que una de las razones del fracaso había sido la “concentración”. Habría que preguntarle si las “concentraciones” de Barranquilla y Buenos Aires fueron muy distintas. Habría que preguntarle también por qué en Barranquilla era lícito que los jugadores estuvieran rodeados de público, de calor y sentimiento, y en Estados Unidos esos mismos ingredientes fueron causa de descalabro. “Todas estas muestras de cariño y de afecto motivan al equipo, está demostrado”, había dicho en agosto de 1993.

“Pero y… de cualquier forma, hicieran lo que hicieran, rindieron, corrieron como locos”, dirá alguno. Y… sí. Rindieron y corrieron como locos. Igual que el norteamericano Bob Beamon en 1968, cuando durante los Olímpicos de México estableció el récord mundial más sorprendente de la historia: saltó 8.90 metros de largo. iY la noche anterior había tenido relaciones íntimas con una mujer! El capítulo de Buenos Aires se cerró en discotecas y bares del exclusivo barrio La Recoleta. Algo lógico. Las heridas sanaron, los yerros se olvidaron y la Selección se mostró más unida que nunca. Como si jamás hubieran ocurrido, pasaron de largo los desplantes de Faustino Asprilla, aquella escapada del Hotel Dann el 16 de agosto y las ínfulas que tanto molestaban a sus compañeros.


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God let me die with my sword in my hand...

Haber caído tanto y no haber aprendido nada – ese es tu fracaso.


Es bueno conocer la historia para que no se repita... Aquí, los primeros tres capítulos del libro "La Pena Máxima, un Juicio al Fútbol Colombiano".

Última edición por Lord Mago; 15-10-2013 a las 22:16:08
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